miércoles, 6 de agosto de 2008

Ay! Jalisco no te rajes.






La provincia jalisciense I.

A inicios del mes de julio visitamos a nuestros compadres Muciño Flores en la ciudad de Guadalajara, Jalisco. Ambas familias tenemos un origen chilango, fugados a la provincia, pero ellos hace más de diez años. Alfredo, mi compadre, tiene una pequeña compañía de refrigeración industrial; Frioingeniería. De hecho los primeros dos días de nuestra visita lo acompañé a trabajar, pues montaba equipos de refrigeración en una planta de quesos en la vecina Tepatitlán, ciudad de los Altos de Jalisco, emporio lechero y avícola. El tercer día todos salimos de paseo a la vecina población de Tapalpa, que se encuentra a unas dos horas de Guadalajara, cerca de Sayula, en el camino hacia Colima o la costa. El día estaba algo nublado y llovía ligeramente a ratos y como Tapalpa se encuentra en las montañas entre un gran bosque de confieras, el clima le dio una atmósfera muy especial a nuestra visita. Muy cerca de Tapalpa, hay varios fraccionamientos de hermosas casa de verano o fin de semana de familias de la región. Me recordó mucho Valle de Bravo, pero con una mucha menor densidad de población. Esporádicamente nos envolvía la niebla, a ratos caía una ligera lluvia y el brumoso día fue el marco perfecto para la belleza de la región. Las lluvias de verano habían llenado el paisaje de verdor y cada lugar al que se mirara parecía una tarjeta postal. La población está llena de pequeños hoteles, cabañas que se rentan, restaurantes y tiendas de artesanías. El lugar debes ser muy concurrido los fines de semana pero nuestra visita a mediados de semana y en un día lluvioso nos permitió disfrutar Tapalpa casi en exclusiva. Al centro de la población hay una magnífica iglesia (San Antonio de Padua), construida toda de ladrillo rojo y sin recubrimiento alguno. Columnas, cornisas, bóvedas, nervaduras, arcos, nichos, muros, lucen muy hermosos de ladrillo y con una gruesa junta blanca, no había visto una iglesia así nunca, el modesto ladrillo luce simplemente majestuoso. En la plaza principal hay atractivas construcciones con portales en la planta baja y balcones de madera en la planta alta. Muy cerca de Tapalpa hay un sorprendente atractivo natural, Las Piedrotas, le llaman. En un amplio y verde valle se encuentra un conjunto de colosales rocas, algunas de cientos o miles de toneladas y con diez, quince o veinte metros de altura. Cuando se les ve a la distancia parecen grandes, pero al llegar junto a ellas, sorprende su gigantesco tamaño. Comimos en un acogedor restaurante y probamos dos especialidades de la región, los tamales de acelga y la Cuachala (carne de cerdo deshebrada en una espesa salsa de jitomate y chile), pero no probamos otro platillo local, el borrego al pastor, que al parecer se prepara más como se hace en el Medio Oriente, que como la barbacoa. Las artesanías de la población son licores, rompope, queso, frutas en conserva, dulces típicos, artículos de lana y diversos objetos de madera tallada. Tapalpa recibió al igual que Bernal, Querétaro, la denominación de Pueblo Mágico y en realidad no es un grupo de atractivos, sino la población entera es hermosa, un ambiente rústico y natural muy agradable.

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