martes, 28 de noviembre de 2017

El sol sale por el poniente de Querétaro.



Restaurante Tsuru.
Desde hace quinientos años que México tiene relaciones con el Japón. En el mismo siglo de la conquista española, barcos salieron desde Acapulco a explorar el océano Pacífico y encontraron, las Filipinas, China, Corea, Indochina y Japón. El archipiélago filipino se convirtió en colonia española, pero para los mexicanos (novohispanos) de aquel tiempo toda Asia era China y todo persona con origen en esos rumbos era llamado chino. Así también le pasó a es famoso barco que traía a Acapulco seda, marfil, porcelana, especias, muebles y otras lujosas mercancías desde las Filipinas y que era conocida como la Nao de la China. Fue en Japón que murió como mártir el primer santo mexicano, San Felipe de Jesús, nativo de la ciudad de México (1597).  Y aunque ambos gobiernos tuvieron ciertas relaciones desde la época colonial, no fueron estas ya formales o diplomáticas sino hasta 1874. Ya para el Porfiriato apareció una pequeña colonia japonesa en México y desde entonces su presencia ha ido aumentando. Seguramente los nativos del Nippon sufrieron en la primera mitad del siglo XX parte del rechazo que había en México hacia los inmigrantes chinos (véase Chinatown chilango, julio 2014). Ha de haber sido en la segunda mitad de ese siglo cuando aparecieron los primeros restaurantes japoneses. Como toda comida de cierto país hecha en otra parte del mundo, el principal obstáculo a su autenticidad es la falta de ingredientes originales. Así que me imagino que por muchos años la comida de estos restaurantes era “japonesa” con los ingredientes disponibles o equivalentes.  En los años ochenta empezaron a volverse comunes los lugares de sushi, pero estos son apenas una pequeña parte de la gastronomía de ese país. Ahora dentro del proceso de globalización que permite mayor contacto y comercio la comida japonesa debe de ser un poco más auténtica, aunque quizá la gran variedad de pescado y sobre todo mariscos que consumen en Japón no sea muy del gusto de los mexicanos y poco se preparen aquí.















Nippon es el nombre original de ese país que conocemos como Japón. Su denominación significa oriente o por donde sale el sol; es por eso curioso que en Querétaro el sol de la cocina japonesa salga por el poniente y no el oriente. El Restaurante Japonés Tsuru se encuentra en el oeste de la ciudad, precisamente en la margen del río Querétaro (calle río Queretaro #22), unos 50 metros después de que éste cruce la avenida 5 de febrero. El restaurante se encuentra en una gran casa cuya arquitectura me recordó un balneario u hotel de los años cincuenta o sesenta del siglo pasado. El lugar es sencillo, nunca he estado en Japón, pero me imagino que ahí debe haber también pequeños restaurantes caseros o familiares y así sentí el Tsuru. No tiene ni el lujo, fastuosidad y altos precios del afamado Suntory u otros restaurantes japoneses (véase Japón en Querétaro, Marzo 2016), pero tiene buena y honesta comida japonesa. Sus dueños y muchos de sus clientes japoneses garantizan su autenticidad. Aunque el lugar se anuncia como restaurante de ramen (fideos) hay mucho más que eso. Se ofrece una muy buena selección de platillos japoneses de todo tipo: ramen obviamente, sushi, kushiage, yakimeshi,  teppanyaki, sashimi, tempura, gyozu, katsudon, yakisoba, yakitori y mucho  platillos más con arroz, alga nori, jengibre, ajonjolí, hongos, tofu, miso, pescado, camarones cerdo, pollo y muchas verduras. No hay las decenas de mariscos que se comen en Japón, que son desconocidos para los mexicanos, pues de seguro no se consumirían y aumentarían sus muy razonables precios. El servicio es bueno, aunque puede ser un poco tardado en fines de semana cuando se llena el lugar. Visita Tsuru y verás que se convertirá en uno de tus restaurantes favoritos en Querétaro. 







martes, 14 de noviembre de 2017

Marruecos en Querétaro.



Fortaleza del sabor.
En el extremo noroeste del continente africano se encuentra Marruecos, en la región conocida como el Magreb (occidente) precisamente. En México poca relación o información tenemos con este país a pesar de que fue importante colonia española por un tiempo y luego francesa.  Su nombre nos sugiere una cultura exótica, desierto, caravanas, camellos comercio de especias, hermosos artículos de metal o de cuero (el termino marroquinería se da a bolsas o carteras elaboradas en cuero). Pensamos también en ricos mercados o zocos, llenos de personas, gran actividad y constante regateo. Este país va asociado a un nombre que todo cinéfilo reconoce como importante, pero quizá sin precisar su localización: Casablanca. El nombre de este puerto marroquí es el título de una de las películas más famosas de tiempos de la Segunda Guerra Mundial (1942) y que inmortalizó la sublime belleza de Ingrid Bergman, la peculiar masculinidad de Humphrey Bogart, la canción As times goes by y el escenario de este tormentoso amor, el bar Rick’s.  


"Here's looking at you kid"


Pues ahora en Querétaro tenemos la oportunidad de acercarnos un poco a esta tierra que pareciera remota y tan extraña, pero a la vez tan atractiva. En la calle de Independencia número 131, justo a un costado del atrio del templo de la Cruz se encuentra el restaurante Marroquí Kasbah (Moroccan Food). En una vieja casa queretana se ha ambientado un lugar marroquí. Kasbah significa fortaleza o ciudadela, pues en tiempos antiguos de activo comercio en caravanas de camellos por el desierto del norte de África las fortificaciones identificaron la arquitectura de esa región. Recuerden las películas de desiertos y legionarios en edificios como estos (Beau Geste). A finales del siglo VII el Islam llegó a Marruecos y agregó a la arquitectura de la región, celosías, arabescos, jardines interiores, fuentes y cúpulas. Más que una fortaleza, Kasbah nos recuerda un palacio musulmán, con un pequeño patio interior, una fuente, celosías, tapetes, diseños geométricos o arabescos, mucha tranquilidad, gusto por la vida y belleza.





La comida de Marruecos comparte muchos platillos e ingredientes con las cocinas del norte del África o Medio Oriente, es pues lo que comúnmente llamamos en México comida árabe. El menú es amplio, sutilmente condimentado y ofrece brochetas, tagines, kebabs, falafel, shawarma, cuscús, ensaladas, postres y mucho más. Desde temprano hay desayunos, se sirven comidas y por las noches es bar; se ofrece un espectáculo de danza árabe e incluso puede uno disfrutar de estas pipas árabes, narguile o shisha. Me gusta que se ofrezcan platillos que combinan varios alimentos, para que dos o tres personas puedan compartir y probar muchos platos que tomarían tres, cuatro o más visitas si uno ordenara platillos individuales. Yo lo visité a mediodía pues no soy noctámbulo, pero me imagino que ya de noche el lugar es más misterioso y atractivo. Tan solo espero que en el transcurso de la noche a veces se escuche suavemente As time goes by para disfrutar el dolor producido por aquella, la que se fue.






martes, 31 de octubre de 2017

Asia en Querétaro




La Frikiplaza
La influencia de otras culturas aumenta día a día en México y en Querétaro como parte del proceso conocido como Globalización. Obviamente la mayor influencia fue, ha sido y sigue siendo la de los Estados Unidos; es por eso que me llama la atención la presencia de elementos de tres culturas asiáticas en un muy particular espacio queretano. Muchos ya conocemos la llamada Plaza de la Tecnología, en la esquina de Manuel Tolsá y Zaragoza, entre la Alameda y el mercado Escobedo. Me imagino que muchos hemos visitado este edificio con decenas de pequeñas tiendas que venden todo lo que uno pudiera necesitar en moderna tecnología: computadoras, cargadores, memorias internas y externas, teléfonos celulares, micas, estuches, consolas de videojuegos, pilas, pantallas, tabletas y por supuesto servicio de reparación de todo lo anterior.












Apenas hace unos días me enteré que en el primer piso del mismo edificio hay un espacio llamado la Frikiplaza Zone, es todo un piso donde uno encuentra varios puestos de comida y sobre todo tiendas que expenden variados productos chinos, coreanos y japoneses. Este lugar reúne a todos aquellos aficionados (geeks) a varios pasatiempos o actividades con origen en estos tres países. Las tiendas venden manga, anime, hentai y todo lo relacionado a lo mismo. Hay también venta de videojuegos nuevos o clásicos del pasado, se venden y reparan consolas de juego. No faltan las golosinas y bebidas de origen japonés, chino o coreano, por supuesto el famoso Pocky. Venden también cartas para coleccionar o jugar, de las cuales ignoro los nombres y la manera en que se juegan. Hay juguetes para coleccionistas, gorras, ropa, muñecos de peluche, llaveros y todo tipo de gadgets relacionados con esta subcultura asiática. No es el único lugar con este tipo de artículos en Querétaro, pero quizá el más amplio. Decenas de personas se reúnen ahí, pues además de comprar objetos de su afición pueden también jugar cartas en amplias mesas, usar juegos electrónicos e incluso decenas de personas aprenden el baile coreano K-pop frente a grandes espejos.  En el mismo lugar hay también algunos negocios que venden productos electrónicos chinos por mayoreo y menudeo. Si la necesidad te vuelve a llevar a la Plaza de la Tecnología, date un tiempo para visitar la Frikiplaza Zone por lo especial e interesante que resultan este tipo de actividades, objetos y aficiones. 







martes, 17 de octubre de 2017

Es lo mismo pero no es igual.

Tacos de La Romita.

Para todo buen tacólico es causa de gran gozo el encontrar una nueva taquería. Va uno formando una larga lista de lugares con buenos tacos y nunca deja uno de ir muy atento al recorrer las calles para descubrir algún lugar inadvertido o nuevo. Las taquerías las hay por cientos, algunas muy grandes o conocidas, otras pequeños lugares sorprenden por la calidad de sus tacos y son atesorados descubrimientos. En días recientes otro colega tacólico Chava Muñiz, me llevó a una taquería que desconocía y me agradó lo que comí. Se llama La Romita y está en la ribera sur del río Queretaro, en avenida Universidad 56, a un par de cuadras antes de llegar a la Cruz. Lo que llamó mi atención fue que los tacos se ofrecen en combinaciones poco comunes. Sí, disfruto pastor, chorizo, suadero, tripa o bistec, pero son lo que se encuentra en casi todas las taquerías. En la Romita se ofrecen interesantes combinaciones como el taco Glotón con cecina, chicharrón, chorizo verde y rojo. Hay también tortas, tacos veganos, grandes chimichangas, tacos de bistec con aguacate, quesadillas, alambres, costras, gringas, frijoles charros y postres. Su variedad de salsas es también muy buena y diferente a las de otras taquerías. El lugar es moderno, limpio, agradable y los precios razonables. Si los tacos son tu pasión, visita este lugar y agrégalo a tu lista. 





lunes, 9 de octubre de 2017

No pareciera que eso sucedió aquí.

La Ciudadela
Uno de los placeres de estudiar la historia de los lugares comunes en nuestra vida, es visitarlos y pensar cómo fue ahí la vida en otros años, otros siglos.  Imaginar la gente, la presencia de personajes históricos, sus ropas, su forma de pensar y también cómo ha cambiado mucho o poco el uso o el sentir de ese espacio.  Lugares sagrados y solemnes como el centro ceremonial de México-Tenochtitlan están ahora llenos de paseantes y comerciantes en una ambiente y realidad muy distinta. La tenebroso Palacio Negro o cárcel de Lecumberri de cientos de historias de castigo, sufrimiento y abuso, es ahora tranquilo y silencioso espacio de investigación histórica como Archivo General de la Nación. El centro de la ciudad de México está lleno de ese tipo de lugares con sus casi siete siglos como capital mexica, novohispanal y de nuestro México. Un lugar lleno de historia y ahora definitivamente muy diferente a su rico pasado es La Ciudadela, localizada hasta el siglo XIX en lo que fue la orilla suroeste de la ciudad. El edificio se construyó a finales del siglo XVIII como una fábrica de puros y cigarros, fue parte de la modernización de imperio dentro de las llamadas Reformas Borbónicas. En los mismos años otro establecimiento del mismo tipo fue fundado en la ciudad de Querétaro. En la construcción de la fábrica de La Ciudadela participaron arquitectos de la Academia de San Carlos, otra institución creada dentro de la renovación imperial, por lo cual no es una fábrica común, sino una edificación neoclásica, bien proporcionada y de bellas formas. A fines de la época colonial, la fábrica se transformó en cuartel y empezó a ser conocida como la Ciudadela, termino del castellano para designar a una fortificación militar. En 1815 en este cuartel estuvo prisionero por unos días José María Morelos, antes de ser conducido a San Cristóbal Ecatepec para ser fusilado.







A principios del siglo XX y durante la Revolución, la Ciudadela mantuvo su carácter militar y ahí se refugiaron tropas rebeldes durante la Decena Trágica en febrero de 1913. Luego de intentar derrocar el gobierno del Presidente Madero con un ataque al Palacio Nacional en el que perdió la vida el líder de la insurrección Bernardo Reyes, los jefes sobrevivientes, Manuel Mondragón y Félix Díaz huyeron con sus tropas hacia La Ciudadela. Ahí estuvieron por diez días supuestamente defendiéndose de otros soldados dirigidos por el general de ejército maderista Victoriano Huerta, que también simulaba atacarlos, pero sin hacerse daño. Al mismo tiempo buscaban un acuerdo entre ambos grupos para derrocar al gobierno de Madero. Mientras dialogaban con la ayuda del embajador norteamericano Henry Lane Wilson, rebeldes y “leales”  bombardeaban y daban muerte a la población civil que encontraban, buscaban crear pánico y evitar que los habitantes de la ciudad salieran a las calles a ver que no había ataque alguno a los rebeldes. Los innumerables muertos civiles dieron su carácter trágico a estos diez días. También por esas fechas al pie de la escultura de Morelos, erigida apenas un año antes afuera del cuartel, fue asesinado Gustavo Madero, hermano del presidente. Se trató de una cruel venganza, pues fue Gustavo el que varias veces advirtió a su ingenuo hermano de la traición que se tramaba en su contra. El gobierno y vida de Francisco Madero pronto llegaron a su fin.


Manuel Mondrágón y Félix Díaz en La Ciudadela

El infausto cuartel se convirtió en biblioteca entre 1944 y 1946, fue curioso que un espacio militar se transformara en un lugar de conocimiento y cultura justo en los años en que México participaba en la Segunda Guerra Mundial. Por muchos años la Biblioteca México, luego nombrada José Vasconcelos, ha dado servicio a cientos de escolares e investigadores. Su amplio espacio también ha permitido organizar ahí exposiciones, artísticas o históricas e impartir cursos y otras actividades culturales. También fue en los jardines o espacios que rodean el edificio, que en julio de 1968 muchachos de dos instituciones de educación media superior cercanas, luego de un partido de “tochito”, protagonizaron una gran gresca. El cuerpo de granaderos fue llamado al lugar para terminar con el pleito, aplicando éstos todavía mayor violencia a los rijosos. Fue la protesta de los golpeados en contra de la brutalidad policíaca en su contra el génesis o inicio del Movimiento Estudiantil de 1968, mismo que terminaría con la matanza de cientos de estudiantes el 2 de octubre en Tlatelolco.







Hoy dentro La Ciudadela se respira un aire de tranquilidad y deseos de aprender muy diferente al de sus tiempos de fábrica o cuartel. La donación de la biblioteca personal de algunos personajes como Alí Chumacero o Carlos Monsiváis ha enriquecido el acervo. La antigua Biblioteca México considerada no especializada y de servicio primordialmente para escolares, es ahora repositorio de magníficas colecciones y libros únicos. No sólo el interior de la biblioteca es un lugar de estudio, aprendizaje y recreación, también los espacios periféricos albergan venta de libros usados, un gran mercado de artesanías, clases de danzón y un gran tianguis de juguetes. Los sábados por la mañana en el jardín norte de la biblioteca, cientos de personas se reúnen para bailar o aprender a bailar danzón, este elegante ritmo de origen cubano y que tiene décadas de arraigo entre los mexicanos. Las parejas en sofisticados atuendos y rítmicos movimientos son un magnífico espectáculo y un recordatorio del placer de entregarse a una actividad artística. En el jardín al sur de la biblioteca hay cada sábado un tianguis donde se ofrecen juguetes nuevos y usados de todo tipo. Predomina la venta de pequeños autos de metal, pues al parecer hay muchos coleccionistas de este tipo de juguetes. Hay miles de modelos, desde los sencillos autos para que jueguen los niños, hasta ediciones especiales de gran detalle y alto precio.












Así pues un lugar que en otros tiempos fue de monótono y exhaustivo trabajo o rigurosa obediencia y violencia se ha transformado en un muy hermoso y rico espacio cultural del centro de la ciudad de México. Cuando tengas la oportunidad visita La Ciudadela para aprender a bailar o jugar ajedrez, adquirir juguetes o artesanías, disfrutar la lectura y ante todo ver e imaginar este mudo testigo de otros tiempos y otro México.