lunes, 31 de agosto de 2009

Cultura casi mexicana.





























Nuevo México, la tierra del encanto.
Hace ya casi un año, en el verano del 2008, visité el estado norteamericano de Nuevo México; asistí a un curso para profesores de Historia del Bachillerato Internacional. Por allá de 1982 había visitado la Universidad de Nuevo México para buscar información para mi tesis de licenciatura en la biblioteca y el archivo histórico. Esta vez no me quedé en Albuquerque su capital, sino que fui al llamado Castillo de Montezuma, muy cerca de la pequeña población de Las Vegas, en el norte del Estado. El United World College tiene ahí una de sus sedes, donde estudian jóvenes de todo el mundo durante el año escolar y ofrecen cursos para profesores en el verano. El llamado castillo es un viejo e interesante edificio que originalmente fue hotel para millonarios norteamericanos y europeos que buscaban descanso y salud en las aguas termales y hermosa naturaleza del lugar. Como muchas ciudades o construcciones del siglo XIX, el llamado “Castillo de Montezuma” se quemó un par de veces y fue reconstruido; vio pasar su época de gloria, fue prácticamente abandonado y curiosamente en 1937 la Iglesia católica mexicana lo adquirió y convirtió en un seminario. Muchos miembros de la jerarquía católica mexicana de hoy en día estudiaron en ese edificio (de ahí expulsaron en 1940 al cada vez más desprestigiado Marcial Maciel, fundador de los Legionarios de Cristo). En 1972 la Iglesia católica mexicana lo dejó y por casi una década estuvo abandonado, hasta que en 1981 lo adquirió el UWC y con la ayuda del millonario norteamericano Armand Hammer se restauró y convirtió en uno de sus colegios.
Nuevo México fue por más de dos siglos parte de la Nueva España y hasta 1848 parte de México. La primera exploración de la región la hizo Francisco Vázquez de Coronado allá por 1540, pero dicha expedición no se convirtió en ocupación pues no encontraron las riquezas esperadas e inspiradas en las leyendas de El Dorado o las siete ciudades de Cíbola y Quivira. Fue hasta 1599 que otro grupo bajo el mando de Juan de Oñate conquistó la región y la agregó a los dominios del imperio español. Nuevo México no se distinguiría por generar grandes riquezas, pero se mantuvo para no permitir que fuera ocupado por otras potencias europeas. Siempre ha sido una región de pocos recursos y gracias a esto se mantuvo con poca población y con grandes extensiones de territorios naturales, su pobreza llevó a un congresista norteamericano a declarar, unos años después de 1848, que habría que hacer la guerra otra vez a México y obligarlos a tomar de vuelta Nuevo México. Pobre quizá, pero sin duda muy hermoso, con nevadas montañas, amplios horizontes, panorámicos cielos, interminables bosques, con un ambiente de tranquilidad.
Este territorio se distinguió de otros lugares en el norte de la Nueva España, pues ahí vivían los indios llamados por los españoles Pueblos; quienes a diferencia de los cazadores recolectores de esas regiones norteñas, éstos eran básicamente agricultores y vivían en grandes y complejas construcciones de adobe, mismas que les dieron su nombre. Hoy en día la arquitectura característica de Nuevo México mantiene en sus exteriores el color adobe y aunque construida ya en materiales modernos, pareciera ser de este rústico material. La toponimia de Nuevo México está llena de nombres en español y su comida es prácticamente mexicana. Por muchos años los habitantes de este estado se decían orgullosos descendientes de mexicanos que vivían ahí antes de 1848 y hasta cierto punto era verdad que por su pobreza el estado recibió muchos menos migrantes que Texas o California.
El curso fue muy interesante, pero la mejor parte es siempre conocer e intercambiar experiencias con dedicados colegas. En clase se puede platicar poco, pero en los descansos y durante las comidas es posible conocer a decenas de maestros diferentes y aprender mucho. Como en otros cursos, en los días de descanso tuvimos la oportunidad de visitar la cercana población de Las Vegas y en otra tarde la antigua capital del territorio, Santa Fe. Seguramente Nuevo México no recibe tanto turismo como California o Florida, pero alcanza un constante flujo de visitantes; atraídos por sus lugares naturales, múltiples galerías de arte, comida, historia, rica cultura y relajado ambiente.

domingo, 23 de agosto de 2009

Que lindo es Michoacán III.














































Que lindo es Michoacán II.






















En nuestro viaje por Michoacán tuvimos también tiempo para visitar tres poblaciones aledañas, Tzintzuntzan, Quiroga y Santa Clara del Cobre, ninguna a más de media hora de Pátzcuaro. Había pasado por Tzintzuntzan, pero nunca me había detenido a ver el extraordinariamente bello atrio de su templo. Es gigantesco y está lleno de algo cuya belleza y majestuosidad he admirado por años; árboles. Los misioneros franciscanos nos han dejado un insuperable legado de belleza, decenas de centenarios olivos y cedros. ¿Qué es mayor, su belleza o su antigüedad? Además buena parte del atrio se encuentra cubierto de cuidados pastos, una ineludible invitación a sentarse o recostarse por un momento bajo las centenarias sombras. Tzintzuntzan tiene además de una interesante zona arqueológica, un magnífico mercado artesanal con hermosa cerámica y sobre todo cestería. En Quiroga se encuentran centenares de lugares que ofrecen carnitas de cerdo, el principal platillo regional, así como innumerables objetos hechos de madera. Santa Clara del Cobre lleva en el nombre su vocación; ahí se encuentran cientos de artículos de cobre. Algunos son sencillos recipientes para su uso diario en la cocina, otros son verdaderas obras de arte en este metal. Un cazo de cobre es indispensable en toda buena cocina, pues no sólo este metal transmite de forma inmejorable el calor, además es muy útil para preparar nopales o ciertos dulces de frutas, pues éstos se cocinan y nunca oscurecen su color. Los cazos de cobre se utilizan también para confitar o garapiñar nueces o cacahuates. No partimos del lugar sin seleccionar un cazo de cobre para nuestra cocina. Ya de camino hacia el lugar donde nuestras hijas acampaban, pasamos por Capula, centro alfarero michoacano. Ahí no sólo elaboran losa de hermosas formas y original decoración, además hacen esculturas de terracota, con temas muy mexicanos y de gran colorido. Michoacán es sin duda uno de los lugares de nuestro país que todos debemos visitar, en esta crónica se ha descrito apenas una pequeña región de este estado, sus atractivos son más y muy variados.

Que lindo es Michoacán.
















Rico pasado y tradición.
El pasado mes de julio visité una vez más el hermoso e interesante estado de Michoacán, vecino y hermano de Querétaro. Mis hijas estuvieron una semana de campamento en aquellas tierras y como tenía que ir por ellas, partí acompañado de mi esposa un par de días antes para aprovechar el viaje. Ya habíamos visitado la región un par de veces, pero su belleza y múltiples atractivos obligan al retorno. El objetivo de nuestro viaje fue volver a disfrutar de Pátzcuaro; su arquitectura, gastronomía, artesanías, rico pasado, gente, mercado y atractivos periféricos son demasiado para una sola visita. Nos alojamos en un hermoso hotel justo frente a la plaza Vasco de Quiroga, nuestra habitación tenía un balcón hacia la bella plaza. El precio fue muy bueno, con derecho a desayuno y un descuento del 10% en el restaurante argentino del hotel. Pudimos visitar la Biblioteca Pública Federal “Gertrudis Bocanegra”, que ocupa el templo del antiguo convento de los agustinos, justo frente a la plaza del mismo nombre. Esta hermosa biblioteca de techo de madera fue creada durante la presidencia de Lázaro Cárdenas (1936-1940) y tiene en su ábside un magnífico y colorido mural de Juan O’Gorman, en donde se ilustra en detallado dibujo la historia de Michoacán, desde el pasado prehispánico, la conquista y conversión de los indígenas purépechas, hasta el movimiento de independencia en la región. A unos pasos de la biblioteca está el mercado, lleno de vida y con una inmensidad de productos regionales, inusuales en los supermercados de las grandes ciudades. Sus puestos de fruta ofrecen variedad y calidad a un precio muy bueno. El colorido y riqueza del mercado aumenta el día domingo pues duplica casi su tamaño y se ofrecen más productos. Michoacán es uno de los estados de la república con mayor variedad y originalidad artesanal, tienen textiles, cerámica, cobre, cestería, muebles, instrumentos musicales y gran variedad de otros objetos de madera. Compramos algunas artesanías, pero la mejor compra fue, por poco menos de mil pesos, un par de sólidos y bellos bancos de madera de parota, para poder sentarnos a comer en la barra de la cocina, además de embellecer nuestro hogar. Caminamos por las coloniales calles y plazas de Pátzcuaro, vimos las innumerables artesanías en sus tiendas y disfrutamos también las famosas nieves en los portales de la plaza Vasco de Quiroga, de sabores tan inusuales como higo o chongos zamoranos.