lunes, 21 de junio de 2010

Querétaro cosmopolitano.








El Festival de Comunidades Extranjeras.

Una de las mejores formas de aprender todo tipo de conocimientos es viajar. Descubrir y sumergirse en la diversidad no sólo es una experiencia enriquecedora, en la mayor parte de las veces es también muy placentera. Viajar por todo el mundo es el sueño de muchos, pero esas jornadas de aventura no necesitan ser en remotos lugares ni exóticas culturas. Se pueden descubrir muchas cosas a unos metros de nuestro entorno cotidiano; en esa parte de la ciudad que se rodea al transitar siempre por las grandes avenidas o en ese edificio que a diario vemos y al que nunca hemos entrado o al tomarse diez minutos para platicar con alguna de los cientos de personas que cotidianamente encontramos. Otras veces hallar lo diferente, interesante o revelador es cuestión de oportunidad; como en cuento de Ciencia Ficción se nos abren portales temporales a universos paralelos y lejanos, es necesario estar atentos a esas oportunidades. Tal sería el caso del Festival de la Comunidades Extranjeras que recientemente tuvo su tercera edición aquí Querétaro. El gobierno municipal es el que organiza este evento y en él invita a personas de otros países del mundo que residen en nuestra ciudad, para que por unos días muestren algo de la cultura de sus lugares de origen. En el mes de enero del 2009 asistí al segundo festival en la explanada del Centro Cultural Manuel Gomez Morín. Este mes de junio la tercera edición se desarrolló en el amplio y hermoso Parque Bicentenario, en la vecina población de Santa Rosa Jáuregui. Resulta una gran sorpresa advertir la gran cantidad y variedad de extranjeros que residen en Querétaro, cada año hay decenas de puestos de todas las regiones del mundo.

Hay quienes enseñan algo de su país con fotografías o textos, otros muestran o venden artículos típicos, muchos preparan y venden alimentos o bebidas. Esta última parte es sin duda la que más disfruto. En unas cuantas horas y sin viajar por el mundo se pueden probar salchichas y cerveza alemana, sushi y pan al vapor japonés, pupusas del Salvador, repostería de Suiza, arepas y té de coca de Colombia, diversos platillos del Medio Oriente, dulce de leche, vino y empanadas uruguayas, alfajores, choripan y vino argentinos, vino chileno, cerveza irlandesa, mojito de Cuba, repostería francesa, vino español, caipirinha de Brasil y muchas otras cosas que no recuerdo. Los alimentos se venden en pequeñas porciones, con lo cual es posible en una sesión probar platillos o bebidas de muchos países. De todo aquello que se vea o se deguste se puede preguntar, los expositores conocen muy bien su cultura y están siempre dispuestos a responder en detalle. Se ofrece a la venta también infinidad de artículos típicos de los países expositores; ropa, artículos para el hogar, ornamentación femenina, souvenirs y muchos otros atractivos artículos. Hay un estrado en el cual a lo largo del día se presentan música o bailes de los diferentes países en el festival. Este sensacional evento es un magnífico paseo familiar y ahora que lo pienso debería aprovechar mucho más la próxima vez que se abra este mágico portal a la cultura del resto del mundo.