martes, 31 de agosto de 2010

¡Vamos peregrinos!



























Santuarios queretanos.
Querétaro fue siempre uno de los estados de la república más conservadores y católicos. Esto quizá no sea ya tan evidente por la llegada a su ciudad capital de miles de personas de la ciudad de México en las dos últimas décadas. Su religiosidad la atestiguan sus múltiples templos en el centro histórico y la gran cantidad de fieles que visitan los mismos todo el año y especialmente durante la Semana Santa. Por más de un siglo miles de queretanos han caminado cada año doscientos o trescientos kilómetros en peregrinación a la Basílica de Guadalupe en el norte de la ciudad de México, pero nuestro estado tiene también sus propios santuarios. Se da este nombre a aquellos templos que se distinguen por recibir grandes contingentes de fieles en peregrinación. Afamados santuarios son La Villa de Guadalupe, Chalma, San Juan de los Lagos en México o Santiago de Compostela en España o Esquipulas en Guatemala.
Uno de los santuarios más importante de Querétaro es la basílica de Soriano en el municipio de Colón. Ahí se venera a la Virgen de los Dolores y celebra su fiesta mayor apenas unos días antes de la Semana Santa. Su magnífico templo fue construido entre 1880 y 1912. Llama la atención el hecho de que la población en la que se encuentra es por mucho menor al tamaño de semejante esfuerzo de construcción. Pocas veces he visto un santuario tan limpio y bien conservado, su templo principal, jardines, capillas y atrio están impecables, limpios, bien pintados y en perfectas condiciones. Hace una semana conocí el lugar, un sábado en que los visitantes eran muy pocos, La comunidad es pequeña y hermosa, aunque seguramente sea muy diferente en los días de su fiesta anual que llegan a ella decenas de miles de personas. El santuario es visitado todo el año por peregrinaciones que llegan caminando o en bicicleta no sólo del estado de Querétaro, también de toda la región. La devoción hacia la Virgen de los Dolores es centenaria y así lo atestiguan viejos exvotos o retablos que se exhiben en un pequeño museo a un costado del templo, algunos del siglo XIX. Los días de la fiesta principal llegan hasta Soriano peregrinos y comerciantes de todo el centro del país y la afluencia es tal, que a menudo bloquean por horas el camino de acceso a la población.
Otro lugar de devoción de los queretanos es el santuario de Schoenstatt. Se encuentra en los límites de la ciudad de Querétaro, muy cerca de suburbio y también importante santuario de El Pueblito y ya casi para llegar a la comunidad de Los Olvera. Este pequeño templo es idéntico en apariencia y nombre al fundado por un sacerdote de apellido Kentenich en 1914 en el lugar con ese nombre en la Renania, Alemania. Hay cerca de 180 templos iguales por todo el mundo y promueven el amor de la juventud por la Virgen María. El lugar es y debe ser la meta de peregrinaciones, pero también ofrece retiros espirituales y espacios para ello. Me resultó muy curioso que una pequeña iglesia, casi ermita funcione como santuario; el pequeño templo tiene espacio para acomodara no más de 25 personas en su interior y el día que la visité observé un gran estacionamiento para autobuses y otro para automóviles; así que efectivamente llegarán a Schoenstatt cientos o miles de personas. Me imagino que aprovechan para sus servicios religiosos una pequeña explanada frente al templo a la manera en que se usaron los atrios en el siglo XVI. El conjunto es muy grande, hay amplios y hermosos jardines, una especie de convento, salones, una cafetería y una tienda de artículos religiosos. El Schoenstatt queretano abrió sus puertas en 1980 y poco a poco ha ido aumentando sus feligreses y servicios. Querétaro tiene pues infinidad de templos, santuarios, cultos particulares, celebraciones y todos ellos son complejos y muy interesantes, son una parte muy importante de su gran riqueza cultural.

jueves, 12 de agosto de 2010

Insuperable afecto.
















Tras doce años de acompañarnos fielmente y enriquecer nuestras vidas, el pasado 10 de agosto, murió Nala la mascota familiar Fue un obsequio en el primer cumpleaños de Daniela y el tercero de Ana Violeta. Bien sabía que no habría mejor regalo para mis queridas hijas que el bien llamado “mejor amigo del hombre”, pero la obediencia, cariño y inigualable entrega de la Nala fueron más de lo esperado. Se dio por entero a mis hijas, les mostro de la mejor manera el milagro del inicio de la vida y les entregó sin recelo alguno la belleza y ternura de nueve cachorritos. Pienso en la Nala como una salsa de vida, con ella todo fue mejor, los viajes, los amigos, las fiestas, las tardes en el jardín, las noches, los gustos y los disgustos. Jamás mordió a persona alguna y todo aquel que la conoció pudo disfrutar de su afecto sin temor. Sinceramente pienso que ningún ser humano nos puede dar el cariño, lealtad, apego o devoción que los canes nos entregan de forma generosa y constante. El descuido y maltrato hacia los perros es la mayor de las traiciones. Así es la vida, nos conduce a la muerte y no sufro por la muerte de Nala, pues tuvo una buena existencia; pero lamento que nuestras vidas serán indudablemente un poco insípidas sin su compañía. Muchas gracias Nala.

lunes, 2 de agosto de 2010

Tesoros vivientes.

















Belleza ignorada.
Este verano pude visitar con la familia el sureste de nuestro país; que gran placer es viajar. Pudimos conocer en Tabasco, Chiapas, Campeche y Yucatán zonas arqueológicas, ciudades, mercados, artesanías, plazas, playas y su magnífica comida. La región es muy rica en bellezas naturales, pero un elemento poco apreciado y del cual gozamos bastante en este viaje fueron los árboles. Tengo bastantes años de admirar la belleza y majestuosidad de estos grandes seres vivos y he tomado muchas fotografías de magníficos ejemplares que he encontrado en mis recorridos. He pensado que la Secretaría del Medio Ambiente y Recursos Naturales debería hacer un inventario de los árboles más grandes y hermosos de todo el país, declararlos tesoros naturales o algo así y atender su protección. Confieso que poco conozco de botánica por lo que los disfruto y admiro desde la ignorancia, sin saber siquiera su nombre la mayor parte de las veces. Apenas identifico el laurel de la India, el sabino o ahuhuete, la araucaria, el tabachin, el mango, el piñón, el mangle, el macapul y sobre todo mis favoritas; las magníficas ceibas. Me maravillo ante antiguos y gigantescos árboles, de gruesos troncos, de 20 o quizá 30 metros de altura y también con aquellos de amplísima copa, cuya sombra refresca 200 ó 300 metros cuadrados. Conozco el famoso Tule en Oaxaca con dos mil años de edad, pero quizá sin su antigüedad y gran tronco, por todo el país he encontrado ejemplares que deberían también ser admirados y protegidos. Si desde la carretera he podido ver verdaderos colosos, me imagino que en tierras más alejadas de los caminos debe haber árboles de mayor belleza todavía. Hace poco se secó aquí en la ciudad de Querétaro un laurel de la India centenario que se encontraba en Avenida Universidad y Corregidora, su muerte me provocó gran tristeza y un sentimiento de pérdida irreparable. Tuve siempre su presencia y belleza en mente, pero ni siquiera lo fotografié. Me imagino que así le debe ocurrir a muchos, no apreciamos a estos bellos y majestuosos seres hasta que vemos nuestro mundo sin ellos.