Hotel la Casa de la Marquesa.
Este verano estoy impartiendo un curso de cultura mexicana a estudiantes extranjeros, seis de Singapur y una norteamericana. Hace una semana salimos a dar un paseo por la ciudad y tuvimos la oportunidad de conocer un lugar muy hermoso e único. Caminamos por el ahora más hermoso centro histórico de Querétaro, pues están cambiando al subsuelo los cables y alambres que reducían la belleza de sus calles y edificios. Quería que los estudiantes vieran una de las construcciones barrocas civiles más hermosas y antiguas en la ciudad; el hotel La Casa de la Marquesa, que se encuentra en la calle de Madero, en la contra esquina del templo de Santa Clara. Esta es la antigua (siglo XVIII) casa de don Francisco Antonio de Alday y su esposa la marquesa de la Villa del Villar del Águila, importantes personajes de la vida queretana en la época colonial. Pedimos permiso para entrar a ver el vestíbulo y muy amablemente don Alejandro Díaz de León Castro, encargado de la seguridad del lugar, ofreció mostrarnos algunas partes del hotel. Nos explico como el hotel no pertenece a cadena hotelera alguna, sino a una familia queretana y como cada habitación no tiene número, sino un nombre y diferente decoración. Caminamos por sus pasillos, vimos una de las 16 suites con que cuenta, un comedor, su capilla y el bar. La casa tiene hermosos detalles en cantera y sus paredes están decoradas casi por completo con pintura en diversos diseños multicolores. La habitación que visitamos tenía una decoración morisca o musulmana y el baño estaba dividido por un magnífico cancel decorado con arabescos en madera y vitrales en armónicos colores.
El hotel es prácticamente una máquina del tiempo en la que uno se puede trasladar a la época colonial e imaginarse el lujo y refinamiento en el que vivieron los ricos personajes de esos años. El patio interior de la casa ahora techado y vestíbulo del hotel debió recibir los carruajes de la familia y en la planta baja seguramente se encontraban la cocina, algunos servicios y las habitaciones de la servidumbre. La planta alta eran ya las habitaciones de la familia, la capilla y el comedor. La Casa de la Marquesa tiene un mobiliario estilo antiguo que realza su belleza y refuerza la ambientación. Cruzando la calle el hotel tiene un pequeño anexo también antiguo y más habitaciones, pero no lo visitamos. El precio por noche en la mejores habitaciones puede ser de casi cuatro mil quinientos pesos, pero no es solamente un lugar para dormir sino la oportunidad de vivir en un recinto antiguo, lleno de historia, lujo y refinamiento. Mientras se sienta uno en los hermosos sillones de su vestíbulo o se come en su restaurant, puede uno imaginarse ver entrar a Venustiano Carranza con su característica guerrera y larga barba; o al gallardo Agustín de Iturbide bajar por la hermosa escalinata desde la planta alta. Además el hotel se encuentra en pleno centro de la ciudad, desde ahí se pueden visitar en caminatas no mayores a los quince minutos los principales museos, edificios históricos, iglesias, plazas, restaurantes y tiendas de la muy colonial Querétaro. Esta vez pude conocer y compartir un lugar exclusivo y sofisticado; no todo en Querétaro son cantinas, taquerías, mercados y pulquerías.
Este verano estoy impartiendo un curso de cultura mexicana a estudiantes extranjeros, seis de Singapur y una norteamericana. Hace una semana salimos a dar un paseo por la ciudad y tuvimos la oportunidad de conocer un lugar muy hermoso e único. Caminamos por el ahora más hermoso centro histórico de Querétaro, pues están cambiando al subsuelo los cables y alambres que reducían la belleza de sus calles y edificios. Quería que los estudiantes vieran una de las construcciones barrocas civiles más hermosas y antiguas en la ciudad; el hotel La Casa de la Marquesa, que se encuentra en la calle de Madero, en la contra esquina del templo de Santa Clara. Esta es la antigua (siglo XVIII) casa de don Francisco Antonio de Alday y su esposa la marquesa de la Villa del Villar del Águila, importantes personajes de la vida queretana en la época colonial. Pedimos permiso para entrar a ver el vestíbulo y muy amablemente don Alejandro Díaz de León Castro, encargado de la seguridad del lugar, ofreció mostrarnos algunas partes del hotel. Nos explico como el hotel no pertenece a cadena hotelera alguna, sino a una familia queretana y como cada habitación no tiene número, sino un nombre y diferente decoración. Caminamos por sus pasillos, vimos una de las 16 suites con que cuenta, un comedor, su capilla y el bar. La casa tiene hermosos detalles en cantera y sus paredes están decoradas casi por completo con pintura en diversos diseños multicolores. La habitación que visitamos tenía una decoración morisca o musulmana y el baño estaba dividido por un magnífico cancel decorado con arabescos en madera y vitrales en armónicos colores.
El hotel es prácticamente una máquina del tiempo en la que uno se puede trasladar a la época colonial e imaginarse el lujo y refinamiento en el que vivieron los ricos personajes de esos años. El patio interior de la casa ahora techado y vestíbulo del hotel debió recibir los carruajes de la familia y en la planta baja seguramente se encontraban la cocina, algunos servicios y las habitaciones de la servidumbre. La planta alta eran ya las habitaciones de la familia, la capilla y el comedor. La Casa de la Marquesa tiene un mobiliario estilo antiguo que realza su belleza y refuerza la ambientación. Cruzando la calle el hotel tiene un pequeño anexo también antiguo y más habitaciones, pero no lo visitamos. El precio por noche en la mejores habitaciones puede ser de casi cuatro mil quinientos pesos, pero no es solamente un lugar para dormir sino la oportunidad de vivir en un recinto antiguo, lleno de historia, lujo y refinamiento. Mientras se sienta uno en los hermosos sillones de su vestíbulo o se come en su restaurant, puede uno imaginarse ver entrar a Venustiano Carranza con su característica guerrera y larga barba; o al gallardo Agustín de Iturbide bajar por la hermosa escalinata desde la planta alta. Además el hotel se encuentra en pleno centro de la ciudad, desde ahí se pueden visitar en caminatas no mayores a los quince minutos los principales museos, edificios históricos, iglesias, plazas, restaurantes y tiendas de la muy colonial Querétaro. Esta vez pude conocer y compartir un lugar exclusivo y sofisticado; no todo en Querétaro son cantinas, taquerías, mercados y pulquerías.
2 comentarios:
Yo digo que la secretaría de turismo de Querétaro te debería pagar una lanita extra, con tantas fotos y buenas descripciones dan ganas de subirse al próximo camión y hacer tus mismos recorridos!
QUe lindo.... me dan ganas de pasear po´r allí... despejarme un poco de mi apartamento en palermo, ver otras arquitecturas.... creo que han comenzado a motivarme para mi proxima escapada de la ciudad de bs as
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