La cultura del antojito.
La cocina mexicana es bien conocida
por todo el mundo y se pueden encontrar en todos los continentes restaurantes
que la ofrecen. En el resto del mundo se conoce apenas una pequeña parte de la
amplia variedad de platillos e ingredientes que hay en México. Se identifica a
nuestra comida con tres características, basada en el maíz, condimentada con
chile y en tacos; sin duda es cierto,
pero no es esto todo lo que la caracteriza. Jitomate, aguacate, chocolate, nopal, vainilla, frijol, chicozapote,
pavo o guajolote, calabaza y muchos otros ingredientes son también conocidos en
el resto del mundo, pero pocos los asocian con México. Otra característica del
comer mexicano son las horas y el tamaño de los alimentos. Un desayuno muy temprano
y no tan ligero como el europeo. La comida, el alimento principal del día y que
se sirve a eso de las dos o tres de la tarde. Por último la cena que no es tan
grande como el dinner norteamericano,
pero tampoco ligera. Algo que poco conocen y que muy pronto los extranjeros que
visitan México advierten, es que además de estos tres alimentos a lo largo del
día, el mexicano es muy afecto a comer a toda hora. Mis estudiantes extranjeros
con gusto y sorpresa me comentan como en México es posible encontrar comida en
las calles a toda hora del día y de la noche. El tiempo en México es dividido por las horas,
pero también por los alimentos que se ofrecen en sus calles. Pequeños puestos y
carritos aparecen y desaparecen con tamales y atole, tacos sudados, pan de dulce, jugos y licuados,
fruta fresca, empanadas, tortas, frituras y semillas, cocteles de mariscos,
tacos de fritangas, tacos al pastor, tacos de carne asada, camotes, obleas,
merengues y mucho, mucho más. Hay
quienes gustan de comerse un par de tacos o beberse un licuado entre desayuno y
comida o entre comida o cena, pero muchos otros hacen su desayuno con un tamal
y atole, su comida con un par de tortas y su cena con seis u ocho tacos. Hay
incluso taquerías que abren a eso de las nueve o diez de la noche y ofrecen sus
delicias hasta que amanecer. En México se come a toda hora y buena parte de
estos pequeños bocados se ofrecen en las calles, si bien es cierto que también
hay infinidad de restaurantes bien establecidos. Antojitos es el nombre que
damos a muchos de estos alimentos que se ofrecen por doquier, un antojo es un
gusto, un capricho o un deseo y se pueden tener y ser satisfechos varias veces
en el día o noche. Bienaventurado es todo aquel que come más por deseo que por
nutrirse. Sí es cierto, México encabeza las listas mundiales de obesidad, pero
no estamos juzgando, sólo describiendo.
Desde la época colonial y también
a lo largo del siglo XIX, una de las características de las ciudades mexicanas
que llamaba la atención de los visitantes extranjeros, era la gran cantidad de
vendedores ambulantes que se podía ver en sus calles. Se ofrecía de todo, no
solamente alimentos; ropa, carbón, agua, leche, tortillas, animales vivos o
carne; muchas otras cosas necesarias en todo hogar. Varios de los viajeros que
escribieron sobre esto consignan decenas de vendedores ambulantes y todavía podemos
ver a algunos de los más extraños, en dibujos o pinturas de algunos pintores
extranjeros como Linati o Pingret. Los vendedores que deambulaban, que
caminaban por las calles, casi han desaparecido, ahora abundan los vendedores llamados,
semifijos, que establecen un puesto en las calles por algunos minutos u horas y
en diferentes partes. Es quizá este tipo
de comercio el que dio origen a esta costumbre mexicana de comer a toda hora y
sobre todo comer antojos, pequeños bocados que más que buscar aplacar el hambre,
se desean.
Por todo el país hay infinidad de
antojitos: guasanas, coyotas, marquesitas, camotes, obleas, nenguanitos, fruta
con chile, chalupitas, tamales, nieves, gazpachos, paletas, cocadas, tepache, tuba, papas fritas,
chicharrón, tascalate, buñuelos, elotes, aguamiel, esquites, tostadas, tejate, cocos,
chicha, empanadas, por mencionar apenas algunos. México es la tierra de los
deseos culinarios y además donde casi todos ellos se venden a precios al
alcance de las mayorías.
Hace algunos días visité un
establecimiento que representa muy bien la cultura mexicana del antojito. El
lugar se llama Haz tu loco y está en
la calle de Hidalgo, a unos 100 metros de la avenida 5 de febrero, en un barrio
estudiantil, por la UAQ y la secundaria número 1. Al llegar debe uno
seleccionar el tamaño del recipiente con el que va uno a satisfacer su antojo. Hay
recipientes de un cuarto, medio y litro completo. Enseguida se deben
seleccionar entre cerca de un centenar de ingredientes lo que llenará el
recipiente. Hay frituras de todo tipo; papas, doritos, chicharrones, churritos.
También frutas, semillas y verduras, secas y frescas; cacahuates, pepinos, ciruelas, aceitunas,
papaya, coco, cerezas, piña, naranja, carambola, guayaba, kiwi, jícama, granola,
pulpa de tamarindo, yogurt y mucho más. En una tercera parte hay una gran
variedad de dulces, gomitas dulces y enchiladas, lunetas, chocolates, panditas
y mucho más. Al finalizar la selección de ingredientes, el conjunto se puede
mezclar al gusto con una combinación líquida de jugo de limón, chamoy (salsa de
origen japonés hecha con chabacanos deshidratados, chile, sal y azúcar), salsa
inglesa, salsa picante o clamato. El resultado es algo que sólo de pensarse lo
hace a uno salivar en exceso. Esta preparación es el arquetipo del antojito
mexicano, aquello que puede incluir todo lo que se desea en un momento dado y
que mejor que muy a la mexicana, extracondimentado, dulce, salado, picante y
ácido. Me imagino que este platillo es la evolución de los llamados Dorilocos
que aparecieron hace un par de años por todo el país. En una bolsa de Doritos o
cualquier fritura se agregan salsa picante, pepino picado, cueritos, col
picada, zanahoria rallada, jícama, jugo de limón, cacahuates y chamoy líquido.
El gusto por cualquier alimento picante y ácido a la vez es algo relativamente
nuevo en México. Todavía hace unos cincuenta años la mayor parte de los dulces
y golosinas en el país eran en efecto, dulces. Pienso que los dulces de
tamarindo fueron los primeros en iniciar esta combinación dulce, picante y
acido que ahora está tan de moda entre los mexicanos. En los años sesenta del
siglo pasado empezaron a aparecer y luego proliferar los “dulces” ácidos,
salados y picantes. Recuerdo el Chi-lim y el Sa-lim, los Vero-elotes, las
ollitas, los piquetitos, las pulpas de tamarindo, y luego decenas de golosinas
que les siguieron. Estoy seguro que pronto parecerán por muchos lados lugares
como este, así como pasó con las bebidas con tapioca. No dejen de probar este
Frankenstein de ingredientes y sabores, al hacerlo piensen que es algo único y
tan mexicano como El son de la negra.
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