Los autocinemas.
A fines del año pasado tuve la oportunidad de
ir a un autocinema, luego de no hacerlo por uno cuarenta o cincuenta años. Con
el confinamiento y el cierre de las salas de cine, el ver películas desde tu
automóvil renació en México como una opción segura para salir de casa en familia
o pareja, sin tanto riesgo de contagiarse de Coronavirus.
Los autocinemas son parte de todas aquellas
manifestaciones culturales asociadas a esa tan importante pieza de tecnología
surgida y consagrada como indispensable en el siglo XX: el automóvil. A lo
largo del siglo se adaptaron en los Estados Unidos varias actividades para
poder hacerlas en un auto o cerca de un auto. El inicialmente llamado motor hotel, luego motel, que te
permitía alojarte en un lugar donde tu automóvil estuviera apenas a unos pasos
de tu habitación. Los restaurantes drive-in,
donde uno se estacionaba en un área semicubierta y ahí, en el mismo auto, se
recibía el servicio de alimentos. La
idea es buena y se sigue haciendo, como en la taquería Los Gusanos que se encuentra por Hércules, donde uno se estaciona
en la calle y ahí le dan servicio de magníficos tacos o en el famoso Borrego Viudo conocido por los
trasnochadores de la ciudad de México. Hace unos cincuenta años el más famoso
restaurante de este tipo fue el Tomboy,
uno de los primeros lugares en el sur de la ciudad de México que vendía
hamburguesas, en ese entonces algo novedoso y poco común en el país. La idea es buena pero en las ciudades los
grandes espacios necesarios son ya escasos o muy caros. Están también los
restaurantes drive-thru, que tienen
una ventanilla a la que uno se acerca en su auto para ordenar y recibir
alimentos o bebidas, comida rápida casi siempre. Este tipo de restaurante es
más común en nuestros días y con mayor afluencia en fechas recientes de
pandemia. Otro tipo de establecimientos comerciales usaron y usan esta
modalidad todavía. El motorhome, gran vehículo con baño, cocina, camas y otros
elementos de una casa normal, pero adaptadas al reducido espacio de uno de esto
vehículos. Todo el hogar podía ser remolcado atrás del auto o integrado por
completo en un vehículo de grandes dimensiones. Se buscaba llevar las
comodidades del hogar en viajes turísticos por alejadas regiones, pero muchos
remolques acabaron convirtiéndose en vivienda permanente para muchos, por su
bajo precio al compararse con el de una casa regular.
En la segunda década del siglo XX aparecieron también los drive-in theater o drive-in cinema, autocinema en español, donde a un espacio abierto y con una gran pantalla al frente estacionaba uno su automóvil para ver una o dos películas tras caer el sol. Si bien su creación fue muy temprana en el siglo, su auge vino hasta los años cincuenta y sesenta. Se multiplicaron por todos los Estados Unidos a la par de un gran crecimiento demográfico, el llamado Baby Boom, y de esa vida de indispensable automóvil en los innumerables suburbios que surgieron alrededor de las grandes ciudades. Fue en esa época que también surgieron en la ciudad de México. El primer autocinema estuvo en lo que hoy en día es Polanco, más adelante surgieron tres más, en la Del Valle, en Satélite y en Lindavista. El sistema sobrevivió unas tres décadas, pero al inicio tuvo su mejor época, no sólo era una forma novedosa de ver películas, estaba también su atractivo clasista; se hacía en automóvil, que no todo mundo tenía y ante todo era un elemento del american way of life, la aspiración de muchos mexicanos. La entrada era a través de una pequeña calle con una pequeña caseta de cobro como la de las autopistas. El costo no estaba muy por encima del cine regular. El gran espacio tenía su piso irregular, con varias filas de bordos o pequeñas rampas que elevaban el frente del automóvil para facilitar ver la película a aquellos sentados en el asiento posterior y por cada lugar había un poste con un cable hacia una bocina en una caja metálica que se colocaban en la ventanilla de cada auto para escuchar la película. Obviamente todo autocinema tenía un lugar en donde se vendía comida y bebida. En esos años se ofrecían alimentos más grandes o complejos que aquellos que había en los cines regulares. Además recuerdo el entonces novedoso sistema de una fila que pasaba por un largo mostrador y se tomaba aquello que se deseaba comprar. El autocinema era un lugar que se promovía como ideal para asistir con niños pequeños, quienes podía hablar o gritar en el auto familiar, salir a jugar o dormirse en el auto sin mayor problema, era común llevar a los infantes ya en ropa de dormir. Más adelante se promocionó en muchos lugares de caluroso verano y cuando el aire acondicionado no era tan común, como un lugar ideal para ver cine en el fresco aire libre. En muchos lugares del norte de los Estados Unidos los autocinemas tienen su mayor público efectivamente en verano e incluso cierran en otoño cuando bajan las temperaturas en el fin de año. En algunos autocinemas hay juegos infantiles, áreas de comida y muchas personas ven las películas en cómodas sillas de jardín fuera de sus autos. Lo que más recuerdo y añoro es el salir al cine en familia y disfrutarlo en un espacio más íntimo o privado, en pijama y donde uno podía caer dormido sin mayor problema.
Pues en Querétaro surgieron los primeros autocinemas
en estos años. Creo que el primero fue organizado hace unos cinco años por el club de autos antiguos de la ciudad, de una manera muy sencilla en el
estacionamiento de la Ciudad de las Artes; donde desde los autos se observaba
la película que se proyectaba en la blanca y gran pared exterior del teatro.
Luego aquí y allá y aprovechando el confinamiento por pandemia otros terrenos
medianos o estacionamientos se aprovecharon para ver cine. Ya no hay postes con bocinas en cajas metálicas, ahora se transmite el audio por frecuencia radial a tu automóvil, lo cual es muy práctico, digo si tienes radio, por eso no fui en mi vocho, pues nunca le he instalado uno. Tengo entendido que
hay o hubo tres de autocinemas en Querétaro, pero suspendieron sus servicios cuando al subir el
número de contagiados de Covid volvimos la condición naranja-roja. En el autocinema que visité en Juriquilla
(UAQ) hay food trucks que venden comida, pero lo hacen a través de una app,
donde se pide y paga, para que luego lleven los alimentos a tu auto. Si tienes
la oportunidad y vuelven a abrir estos espacios, disfrútalos. Es una
experiencia diferente, interesante e ideal para ir con tu pareja o tu familia.
Aquí en México no hay necesidad de cerrar en invierno, de hecho yo fui a fines
de noviembre y el frío fue poco. Las películas que exhibían no eran estrenos,
pero en estos días de confinamiento, el salir de casa, aunque sea encerrado en
tu auto es un agradable cambio.
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