El barrio del Tepetate.
En estos días he visitado un par de sábados uno de los lugares más pintorescos y auténticos de Querétaro, el Tepetate o “el Tepe” como todo mundo lo conoce. Este es uno de los antiguos y tradicionales barrios de la otra banda, o la otra orilla del río; junto a los de Santa Catarina, San Gregorio, El Cerrito y la Trinidad. El barrio es netamente popular y eminentemente comercial, apenas a un par de cuadras de la antigua y hermosa estación del ferrocarril. Su eje es la intersección de las calles de Invierno y San Roque y a su alrededor se encuentran decenas de establecimientos comerciales de todo tipo; los hay bien establecidos en locales, pero también son muchos los puestos semifijos en calles y banquetas. Aunque existe ahí una construcción hecha para servir como mercado, el Benito Juárez, este alberga apenas una mínima parte de los comercios de la zona. La estrechez de sus calles le da un sabor muy especial al barrio, a pesar de lo cual líneas de autobuses urbanos lo cruzan, no sin enfrentar cierta dificultad.
Todo lo imaginable se encuentra en la zona; tanto en el mercado como en las calles aledañas. Hay carnicerías, pollerías, fruterías, verdulerías, tiendas de abarrotes, taquerías, tortillerías, panaderías, tiendas de semillas y cereales, tlapalerías, ferreterías, tiendas de ropa, puestos de artículos usados, flores y por supuesto todo tipo de alimentos listos para ser consumidos. Llamó mi atención encontrar un par de carbonerías, no veía una desde la de don Chago, cerca de casa de mi abuela materna en Cuernavaca, hace 40 años. Busque y no encontré una pulquería, pues estos antiguos barrios populares son su refugio y protección contra su inminente extinción; luego recordé que hay una a un par de cuadras por la calle de Felipe Ángeles. También encontré un lugar que vende exclusivamente tacos de chicharrón de res (ver Misteriosos tacos, junio 2008).
Dentro del mercado Benito Juárez se distinguen tres partes; una de ropa y utensilios para el hogar, otra con lo necesario para preparar alimentos y la tercera con puestos que expenden todo tipo de alimentos. Los hay de tacos de guisados, mariscos, postres, carnitas, barbacoa, menudo. Fue en un puesto de menudo donde me atoré en una de mis visitas. El lugar se llama Rico Menudo Juan y Conchita y su especialidad y casi único platillo es precisamente el menudo, aunque también anuncian “Exquisito mole rojo, domingos 13 horas”. Debe tener entre 12 o 15 lugares para sentarse en una larga barra. Don Juan Tomás Cano Villifaña y su esposa Conchita, atienden diligentemente este lugar desde hace 25 años. Abren todos los días desde las ocho de la mañana hasta que se acaba el menudo, que puede ser desde la una hasta eso de las cuatro de la tarde. El lugar está lleno de luz y muy limpio. En un extremo del local hay una gran olla de cerca de cincuenta litros que es donde se cocina y mantiene caliente el menudo. Este plato es un caldo hecho con los diverso estómagos de la vaca, por eso en muchos lugares se le conoce también como panza. Bien caliente y picoso es un proverbial remedio contra la cruda o resaca. Se le prepara como el pozole, en caldo rojo o blanco, según la región del país. El que probé era rojo y no estaba muy picoso, aunque en la mesa había chile en cantidad suficiente como para convertirlo en algo parecido a lava volcánica. Siempre se le acompaña de limón, cebolla picada, orégano y abundantes tortillas. Este platillo es de un sabor fuerte y característico, como muchos guisos hechos con vísceras, pero tiene gran aceptación por todo el país. Apenas pude terminar mi plato, a pesar de que no había ordenado el grande, sino apenas el mediano. Habría que aclarar que el menudo se acompaña de al menos media o una docena de tortillas.
El Tepe es sin duda un lugar con muchos atractivos. Todavía queda pendiente una visita en domingo, pues ese es su día de plaza, cuando más puestos se instalan y más artículos se ofrecen.
En estos días he visitado un par de sábados uno de los lugares más pintorescos y auténticos de Querétaro, el Tepetate o “el Tepe” como todo mundo lo conoce. Este es uno de los antiguos y tradicionales barrios de la otra banda, o la otra orilla del río; junto a los de Santa Catarina, San Gregorio, El Cerrito y la Trinidad. El barrio es netamente popular y eminentemente comercial, apenas a un par de cuadras de la antigua y hermosa estación del ferrocarril. Su eje es la intersección de las calles de Invierno y San Roque y a su alrededor se encuentran decenas de establecimientos comerciales de todo tipo; los hay bien establecidos en locales, pero también son muchos los puestos semifijos en calles y banquetas. Aunque existe ahí una construcción hecha para servir como mercado, el Benito Juárez, este alberga apenas una mínima parte de los comercios de la zona. La estrechez de sus calles le da un sabor muy especial al barrio, a pesar de lo cual líneas de autobuses urbanos lo cruzan, no sin enfrentar cierta dificultad.
Todo lo imaginable se encuentra en la zona; tanto en el mercado como en las calles aledañas. Hay carnicerías, pollerías, fruterías, verdulerías, tiendas de abarrotes, taquerías, tortillerías, panaderías, tiendas de semillas y cereales, tlapalerías, ferreterías, tiendas de ropa, puestos de artículos usados, flores y por supuesto todo tipo de alimentos listos para ser consumidos. Llamó mi atención encontrar un par de carbonerías, no veía una desde la de don Chago, cerca de casa de mi abuela materna en Cuernavaca, hace 40 años. Busque y no encontré una pulquería, pues estos antiguos barrios populares son su refugio y protección contra su inminente extinción; luego recordé que hay una a un par de cuadras por la calle de Felipe Ángeles. También encontré un lugar que vende exclusivamente tacos de chicharrón de res (ver Misteriosos tacos, junio 2008).
Dentro del mercado Benito Juárez se distinguen tres partes; una de ropa y utensilios para el hogar, otra con lo necesario para preparar alimentos y la tercera con puestos que expenden todo tipo de alimentos. Los hay de tacos de guisados, mariscos, postres, carnitas, barbacoa, menudo. Fue en un puesto de menudo donde me atoré en una de mis visitas. El lugar se llama Rico Menudo Juan y Conchita y su especialidad y casi único platillo es precisamente el menudo, aunque también anuncian “Exquisito mole rojo, domingos 13 horas”. Debe tener entre 12 o 15 lugares para sentarse en una larga barra. Don Juan Tomás Cano Villifaña y su esposa Conchita, atienden diligentemente este lugar desde hace 25 años. Abren todos los días desde las ocho de la mañana hasta que se acaba el menudo, que puede ser desde la una hasta eso de las cuatro de la tarde. El lugar está lleno de luz y muy limpio. En un extremo del local hay una gran olla de cerca de cincuenta litros que es donde se cocina y mantiene caliente el menudo. Este plato es un caldo hecho con los diverso estómagos de la vaca, por eso en muchos lugares se le conoce también como panza. Bien caliente y picoso es un proverbial remedio contra la cruda o resaca. Se le prepara como el pozole, en caldo rojo o blanco, según la región del país. El que probé era rojo y no estaba muy picoso, aunque en la mesa había chile en cantidad suficiente como para convertirlo en algo parecido a lava volcánica. Siempre se le acompaña de limón, cebolla picada, orégano y abundantes tortillas. Este platillo es de un sabor fuerte y característico, como muchos guisos hechos con vísceras, pero tiene gran aceptación por todo el país. Apenas pude terminar mi plato, a pesar de que no había ordenado el grande, sino apenas el mediano. Habría que aclarar que el menudo se acompaña de al menos media o una docena de tortillas.
El Tepe es sin duda un lugar con muchos atractivos. Todavía queda pendiente una visita en domingo, pues ese es su día de plaza, cuando más puestos se instalan y más artículos se ofrecen.