lunes, 28 de octubre de 2013

Hermosas mujeres y rica comida.















Legendaria tierra entre océanos.
El istmo de Tehuantepec no sólo es la parte más angosta de nuestro territorio nacional; sus habitantes y su cultura la han hecho una de las regiones más conocidas y comentadas. A lo largo del siglo XIX, todos esos años que no hubo canal en Panamá, este istmo fue una opción para facilitar el comercio interoceánico. Pero ya desde la época colonial las mujeres de la región, conocidas como tehuanas, estuvieron siempre rodeadas de una fama casi legendaria. Se les identificaba como las indígenas más hermosas de todo México y se les atribuía una independencia o autonomía frente a los hombres, poco común para un grupo indígena. Ya desde los años inmediatos a la independencia, Claudio Linati, artista italiano que trajo la técnica de la litografía al nuevo país y que fuera el autor de la obra Trajes civiles, militares y religiosos de México (1828), escribió sobre la tehuanas. Linati refiere como las mujeres de mayor fama en Europa por su belleza, eran las circasianas (de la región del Cáucaso, entre los mares Negro y Caspio). El artista dice que las tehuanas serían las circasianas de México, no sólo dedica una de sus litografías a una hermosa habitante del istmo, también describe su coquetería y belleza. En años posteriores también estas mujeres aumentaron su fama por su status de independencia económica y por ende cierta autonomía dentro de su sociedad. El traje de tehuana es también hoy en día considerado por algunos el más bello de toda la indumentaria indígena mexicana y fue a menudo usado y promovido por Frida Kahlo. Por allá de los años sesentas del siglo pasado los billetes de 10 pesos tuvieron el grabado de una tehuana con su característica indumentaria llamada resplandor enmarcando su rostro.


Enfrijoladas y tasajo



En Querétaro podemos acercarnos un poco a esta legendaria tierra sureña, no tanto por sus mujeres o indumentaria, sino por su comida. En el número 86 de la calle de Madero se encuentra el Fogón Oaxaqueño, Ludée Binniza, que se anuncia como comida artesanal del Istmo. Está en una  casa antigua queretana convertida en hermoso y colorido restaurante. Obviamente algunos de sus platillos son los de la gastronomía tradicional oaxaqueña, pero hay otras agradables sorpresas. El lugar no es muy grande, su limpieza, buen servicio y módicos precios lo hacen muy atractivo. No es un restaurante de comida rápida, algunos platillos toman tiempo en prepararse, pero el lugar es muy agradable y ambientado con bella música Istmeña.   

domingo, 13 de octubre de 2013

Pruébalo ahora o ya nunca lo harás.















Comida indígena queretana
Tuvimos la visita en la ciudad de Querétaro de grupos de varias partes del estado dentro del XII Encuentro de las Culturas Populares y los Pueblos Indígenas.  Estuvieron presentes personas de Tolimán, Villa Progreso, Amealco y Cadereyta.  Ellos expusieron sus diversas artesanías en piedra, ixtle, barro, textiles y madera. También ofrecieron una muestra de su comida tradicional, donde fue posible probar platillos difícilmente ofrecidos en restaurante alguno del estado, pues se preparan exclusivamente en los hogares de la gente del campo queretano.  Había zacahuil, ese gran tamal característico de la zona de la Huasteca, tacos de las diversas formas de preparar nopales, pan de pulque, pinole, pepitorias de piloncillo y ajonjolí, pollo en mole, tacos de hongo de piñón,  conservas de huamishe, salsa de xoconoxtle, tamales de frijol, frijoles ayocotes, tortitas dulces de elote, burritos de maíz, cuitlacoche, garbanzos en amarillo y muchos más platillos de la gastronomía indígena de Querétaro. Se ofreció también colonche, bebida a base de pulque que se prepara para las fiestas patronales.  Este tipo de muestras son auténtica comida indígena, no como las de aquellos restaurantes que ofrecen supuesta comida de un estado o región, pero casi siempre tiene dos o tres platillos caros o sofisticados, que no se comen a diario en las pequeñas comunidades  indígenas de donde dicen ser. Si uno visita lugares como Cadereyta o Tolimán, difícilmente puede uno probar este tipo de comida, los restaurantes o fondas ofrecen el tipo de comida que hay por todo el país y que las personas piden comúnmente.  Me hubiera gustado que ofrecieran tantarrias (insectos del semidesierto queretano), pero no es la temporada.  La comida ofrecida estuvo muy sabrosa y variada, pero la experiencia es todavía más rica cuando se piensa que este tipo de  sencilla y antigua cocina están en camino de desaparecer, no sólo en Querétaro, en México, seguramente en todo el mundo.

martes, 1 de octubre de 2013

¡Pura bicla!








Saca la bici.
Hace unas tres o cuatro décadas se usaba el término “pueblo bicicletero” para designar a pequeñas comunidades que por su reducido tamaño y seguramente terreno sin muchos desniveles, permitía a los habitantes trasladarse de un lado a otro del mismo en bicicleta. El término era a veces algo despectivo. Pues cómo cambian las cosas, hoy un pueblo bicicletero sería vanguardia y orgullo de ecologistas renegados de las grandes ciudades. No hay en la geografía nacional lugar alguno donde se puedan ver a miles de ciclistas como en las calles de China. Lo más parecido que he visto es el extraño caso de Moroleón y Uriangato en el estado de Guanajuato donde cientos de personas circulan en motonetas o pequeñas motocicletas por las calles de este par de ciudades, ya desde hace muchos años fundidas en una sola mancha urbana. Cada día son más los ciudadanos que abogan por un uso más racional de los recursos energéticos y ven en la bicicleta una manera muy eficaz y saludable para trasladarse dentro de las ciudades. La idea es buena, de no ser por los conductores mexicanos que tan pronto se colocan tras el volante de un auto se trasforman en monarcas de la calle, tiranos y verdugos de peatones y por supuesto ciclistas. Me imagino que los ciclistas atropellados y muertos por todo el país deben de llegar ya a cientos en los últimos 20 años. Por algunos meses durante mis estudios de preparatoria en la ciudad de México, formé parte de estos temerarios hombres en dos ruedas; pero me convencí que era definitivamente muy peligroso, incluso más que viajar colgado en la puerta de los retacados autobuses urbanos.  Pero hoy los ciclistas cual animales, barcos o mujeres que están constantemente bajo la amenaza de predadores carnívoros, submarinos u hombres; buscan protección en grandes grupos. Aquí en Querétaro hay intrépidos que se trasladan a sus labores diarias en bicicleta, desafiando la lluvia, el viento y a los despóticos automovilistas. También existe el grupo Saca la bici, que todos los miércoles, a eso de las nueve de la noche, parte desde el Cerro de las Campanas en un grupo de cientos de personas para recorrer con mayor seguridad las calles de la ciudad.
El grupo tiene su página web donde dan a conocer sus características, reglamento y próximos recorridos. Incluso hay un servicio de renta de bicicletas para aquellos que quieran participar y no tengan vehículo. Se puede asistir en bicicletas de carreras, de montaña, de paseo o incluso infantiles. Las hay sencillas, equipadas, sofisticadas, hermosas, sobrias o de la Barbie. Cada semana se avisa el grado de dificultad del recorrido planeado, para que en aquellos de grado 5, los niños o los que usan bicicletas de paseo consideren su participación. Querétaro está lejos de ser un “pueblo bicicletero” primero por su tamaño y luego porque tiene algunos cerros y colinas, pero el recorrido es muy placentero y seguro. El grupo recibe apoyo de la policía y lleva en vanguardia y retaguardia monitores que vigilan la seguridad y orden.  Saca la bici reclama el derecho de los ciclistas a existir y ser parte del tráfico de la ciudad, aunque sea de noche y una vez a la semana, pero ante todo, promueve el uso de este maravilloso medio de transporte.