miércoles, 11 de febrero de 2015

Romántico rinconcito queretano













Jardín de los Platitos

La ciudad de Querétaro crece como ninguna otra en el país, la moderna metrópoli tiene cada día menos que recuerde su sencillo y tranquilo pasado.  Las viejas fotografías que se tomaron de sus calles en los siglos XIX y XX son ahora importantes testimonios de ese pasado que cada día es más difícil reconocer o imaginar; las calles sin empedrado alguno, muy pocas personas que las recorren y en indumentaria ya desaparecida hace décadas, el río todavía con bastante agua fluyendo, los inmensos campos de cultivo en lugares que ahora incluso reconocemos como céntricos. Uno de los lugares más hermosos de la ciudad es el jardín Niños Héroes de Chapultepec, mejor conocido como el Jardín de los Platitos. Este pequeño espacio primero se encuentra en el antiguo barrio de San Sebastián, en la otra banda, lugar considerado todavía a inicios del siglo pasado extramuros de la ciudad y territorio propio de la clase trabajadora. El pequeño jardín está donde la calle de Invierno se encuentra con el cauce del río, a unos cuantos metros del moderno monumento ecuestre de Ignacio Pérez, mensajero de la Corregidora. Aunque el espacio al parecer nunca fue construido y siempre tuvo árboles.  Fue hasta mediados del siglo pasado que por fin se convirtió en un espacio hermoso e ideal para pasar un rato de idílico descanso y paz. A inicios de los años cuarenta el gobierno estatal decidió embellecer el sencillo espacio y construyó un pequeño muro, bancas y una fuente con mampostería recubierta con pedacería de cerámica, a la manera de ciertas estructuras en la famosa obra de Antonio Gaudí, el parque Güell en la ciudad de Barcelona. Al parecer se tuvieron que reunir por algún tiempo, con ayuda de los habitantes de la ciudad, miles de pedazos de cerámica rota. Poco a poco las estructuras se fueron recubriendo con piezas cerámicas blancas y unas cuantas de color para formar atractivos diseños nacionalistas. Entre los miles de fragmentos he podido reconocer la cenefa verde igual a la que decoraba el gran pocillo en que mi padre bebió su café con leche por muchos años, pero en las pequeñas piezas es casi imposible ver si pertenecieron a un plato, un taza u otro tipo de loza. Esta decoración es la que precisamente le da ese sabor antiguo al jardín de los platitos, algo antiguo hecho a mano, artesanalmente, con creatividad y mucho cuidado. Por muchos años este parque fue el lugar en Querétaro donde se congregaban los grupos de mariachi, esperando quien los contratara para alguna fiesta o serenata; ya desde hace algunos años lo hacen en la Plaza del Mariachi cerca del Cerro de las Campanas.  Las dimensiones y decoración del Jardín de los Platitos lo hacen original, hermoso y sobre todo un espacio muy íntimo. La caída de la tarde es quizá el mejor horario para visitarlo, las construcciones cercanas proyectan su fresca sombra sobre el jardín, el sonido del agua de su fuente transmite tranquilidad y en este lugar tan especial puede uno entregarse al descanso, la conversación, la lectura o la meditación. 

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