El Museo del Calendario en Querétaro.
Cada vez que en clase de español
alguien preguntaba ¿a cómo estamos? la maestra de mi secundaria de apellido
Chavez casi de inmediato replicaba, a
dos por uno y luego aclaraba que la forma correcta para preguntar era ¿cuál es
la fecha del día de hoy? Pues sí, en cada salón hacía falta un calendario no
sólo para conocer la fecha, también para planear futuras labores o conocer al
santo que se celebraba cada día. Inclusive hoy que tenemos relojes,
computadores y teléfonos que dan la hora con precisión y tienen los días y meses de muchos años, los calendarios siguen
siendo de gran utilidad en el hogar, el taller, la oficina y también la
escuela. Desde haces miles de años el calendario se convirtió en un elemento
indispensable y de gran utilidad en toda sociedad compleja; muy importante en
la agricultura, la planeación política o económica, la ritualística y las festividades.
Toda gran civilización tuvo que desarrollar uno y los hay muy variados
alrededor del mundo.
Los calendarios impresos en
pequeños libros y a la venta del público existen desde la época colonial, pero
fue hasta el siglo XIX que se empezaron a imprimir en grandes hojas e
ilustrarse con muy diversos motivos, el calendario artístico o de pared, que se
convertiría en el siglo XX en un objeto no sólo de gran utilidad, también en
algo deseado y a veces muy hermoso. A medida que el siglo avanzaba y la
publicidad se desarrollaba, el calendario de pared se convirtió en un magnífico
vehículo para promover todo tipo de establecimientos o productos. En México la
llamada época de oro del calendario inició en los años treinta y se prolongó
por casi tres décadas. La calidad y variedad de las ilustraciones creció, y
entre todos destacaron aquellas con temas costumbristas o nacionalistas. El más
conocido de los pintores de calendario fue sin duda Jesús Helguera y sus
múltiples obras son el arquetipo del género.
Cada mes de enero, las tiendas de abarrotes, farmacias, tlapalerías,
papelerías y todo tipo de establecimientos comerciales, entregaban a su
clientela estos calendarios, que como en todo, se producían en muy diversos
tamaños y calidades. Todo cliente que obtuviera un calendario de lujo con una
obra de Helguera, sin duda pensaba que el año iniciaba maravillosamente. El
éxito de ciertas pinturas era tal, que muchas personas enmarcaban el cromo al
final del año para seguir gozando de su belleza por muchos años más.
Jesús Helguera. |
A Gómez R. |
A. Gómez R. |
Personas de más de sesenta años
de edad son aquellas que conocieron y recuerdan esas magníficas pinturas de
calendario, la fotografía a color desplazó a la pintura en los calendarios de
pared y la época de oro terminó. La obra de Helguera se ha seguido
reproduciendo aquí y allá, pero la mayoría de las personas no conocen este tan
gustado género. Lo mejor del pasado no se pierde del todo, sobrevive y puede
ser conocido por las nuevas generaciones en libros o museos. La época de oro
del calendario y sus magníficas pinturas pueden ser conocidas y apreciadas en
el nuevo Museo del Calendario o Mucal. El museo se encuentra en la ciudad de
Querétaro, en el número 91 de la calle de Madero, a unos cuantos metros del
Jardín Guerrero. Este magnífico recinto cultural abrió sus puertas apenas en
mayo del 2015 y pronto deberá convertirse en uno de los principales atractivos
de la ya muy visitada ciudad. Es una institución privada, creada por la
compañía queretana Calendarios Landín.
Desde hace ya varios años don
Roberto Landín compró una antigua casa en pleno centro de la ciudad para
albergar el museo que anhelaba abrir, con información sobre la industria del
calendario, sus artistas, compañías y para exhibir la gran colección que ya
reunía al respecto. Tomó algunos años restaurar el inmueble, pero el resultado
valió mucho la pena, un recinto cuya belleza y buen estado es motivo suficiente
para visitarlo. Tomó unos años más preparar la colección y diseñar la museografía,
pero el resultado es magnífico. El trabajo de restauración ha dejado la casa
mucho mejor de lo que ha de haber lucido nunca antes, incluso se han puesto a la
vista tras gruesos pisos de vidrio antiguas estructuras. Al fondo del predio
hay un hermoso jardín de majestuosa flora. Llaman la atención un par de altas
palmas que sostienen una especie de enredadera o planta parásita que las cubre
casi por completo y cuyo follaje las hace parecer coníferas navideñas. El techo
del museo es una hermosa y amplia terraza con inigualable vista hacia la
catedral o el templo de Santa Rosa Viterbo.
El museo está dispuesto en 19
salas, que como en casa antigua son cuartos dispuestos alrededor de hermosos
patios. Al inicio hay información sobre el universo, el tiempo, los calendarios
en diversas culturas del mundo y las principales compañías mexicanas en la
industria del calendario, desde el siglo XIX hasta el XXI. En una de estas
salas hay una impresionante reproducción en madera de cedro rojo de la piedra
del sol, mejor conocida como el calendario azteca. Tan sólo el tamaño los hace
imponente y luego el color y brillo de la madera bien pulida lo convierten en
una pieza única.
Más adelante se exhiben pinturas
e información sobre algunos pintores de calendarios. Están las sensuales
mujeres de Santiago Sadurní, las realistas obras de A. Gómez R. y hay un gran
salón dedicado por completo a Jesús Helguera el non plus ultra del grupo. En
ese amplio espacio se exhiben objetos personales del pintor, así como
reproducciones de sus más conocidas pinturas. En una tercera parte muestran en
varias salas y en orden cronológico algunos de los mejores calendarios de la
colección del museo. Las pinturas son hermosas pero también es muy interesante
ver los tamaños, materiales, publicidad
de los calendarios.
Sadurní. |
A.Gómez R. |
Helguera. |
Hay al final una parte con
información de la industria de los impresos, algunas piedras litográficas y
maquinaria. Me gustó mucho ver las piedras para imprimir publicidad de la
infame Emulsión de Scott, terrible
brebaje temido y odiado por varias generaciones de niños. En una de las salas
hay información sobre Calendarios Landín, la compañía que construyó y mantiene
el museo. En la tienda hay a la venta una variedad de calendarios,
reproducciones de pinturas, así como diversas artesanías. En el jardín al fondo
del museo se encuentra una hermosa cafetería; da servicio regular de martes a
sábado y los domingos ofrece un magnífico brunch buffet.
Me congratulo de saber que Querétaro tiene ya un
nuevo museo, hermoso, céntrico, muy bien montado, con todos los servicios y
ante todo muy interesante. En los tiempos de la globalización le hace falta a
las nuevas generaciones conocer cuando México era un país muy nacionalista,
orgulloso de sus costumbres y pasado. Más allá del museo, el lugar deberá convertirse
en un centro de cultura queretana, pues no sólo cuenta con una sala de
exposiciones temporales, también tiene espacio de sobra para otras actividades.
Visita el Mucal, entra por esa puerta mágica al pasado de nuestro país, tanto
por la arquitectura del lugar como por ese hermoso y único México pintado en sus calendarios.
1 comentario:
Siempre excelente visitar tu blog, Viejo!
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