La cervecería Hércules.
En Querétaro como en muchas otras
ciudades los vestigios o restos de su pasado van desapareciendo día a día. Es
por esto que me causa una gran alegría el hecho de que algunos espacios
antiguos sean reutilizados y se mantengan. Cada que se destruye un edificio antiguo
se pierde conocimiento e identidad. Uno
de los edificios más importantes de Querétaro en el último siglo y medio ha
sido el de la fábrica textil del Hércules. Este establecimiento transformó a la
ciudad tanto como la llegada del ferrocarril en 1882. Antes de crearse esta
famosa fábrica textil en el lugar existía desde 1595 un molino que aprovechaba
el caudal de agua del río Blanco, hoy río Querétaro, para mover las pesadas
piedras que molían granos. Los dueños del Molino Colorado, como se le conocía,
fueron descendientes de Conín, importante personaje dentro del proceso de conquista
española de la región. Habría que recordar que hasta el siglo XIX este lugar
estaba distante casi dos kilómetros y medio de la ciudad de Querétaro, para
llegar al Molino Colorado había que cruzar desde el convento de la Cruz los
extensos campos de la hacienda de Carretas. Fue en el año de 1838 cuando el
emigrante español Cayetano Rubio decidió comprar el Molino Colorado para
convertirlo en una moderna fábrica textil de las que ya había cientos en
Europa. Querétaro se distinguió desde la época colonial por su gran producción
textil, pero ésta se hacía en cientos de pequeños talleres familiares por toda
la ciudad. Desde el siglo XVIII se había desarrollado en Inglaterra telares
completamente mecanizados y para la época que Rubio llegó a Querétaro había ya
cientos de miles de ellos en Europa. La producción no empezó de inmediato, pues
tuvieron que hacer adaptaciones al viejo edificio y también obras hidráulicas
que llevaran agua suficiente que se convertiría inicialmente en la fuerza
motriz de la maquinaria. Fue necesario también mejorar a través de la Sierra
Gorda un camino que permitiera traer desde el puerto de Tampico la moderna maquinaria
textil inglesa. Fue hasta 1846 que por fin la nueva fábrica textil llamada Hércules
inició su producción. Este gran paso en el desarrollo de Querétaro, también
significó el cierre de prácticamente los pequeños telares en la ciudad y
alrededor de la nueva fábrica empezó a aparecer un asentamiento donde vivían los
cientos de obreros. Así surgió el pueblo del Hércules, que pronto tendría su
propio templo, escuela y más adelante se comunicaría con la ciudad de Querétaro
con un tranvía inicialmente de mulitas y luego de motor. Se considera el
Porfiriato el inicio de la industrialización en México, pues he aquí que en
Querétaro ese proceso dio inicio casi treinta años antes de que Díaz llegara al
poder. El Hércules se convirtió en uno de los elementos más importantes de la economía
de la ciudad, ahí inició el proletariado queretano, ahora tan grande. El antes apartado Hércules se convirtió en parte de la
ciudad en la primera mitad del siglo XX (véase Hércules, junio 2011). La fábrica vio su mejor época ya hace muchas
décadas, pero sigue produciendo, aunque hubo el rumor de su cierra definitivo allá
por el año 2008.
No todas grandes naves de la
fábrica se utilizan o siguen produciendo, algunos edificios se ven
prácticamente abandonados, incluso alguna vez llegué a pensar que el lugar
sería ideal para la nueva estación del veloz tren que planeaba conectar a
Querétaro con la ciudad de México. Desde hace unos años parte de la fábrica
recibió un nuevo uso, ahí se elabora y se consume cerveza artesanal. La
Compañía Cervecera Hércules se aloja en parte de este histórico lugar. Sin
mayor restauración o remozamiento viejas naves y un gran patio alojan este poco
común establecimiento. Abren de miércoles a domingo y en algunos días tienen
funciones de cine, música en vivo o venta de discos. La primera vez que visité
la cervecería fui a escuchar a un estimado exalumno Fernando Heftye y su grupo Fishlights.
Me gustaría describir las
diferentes cervezas que ofrecen, pero sólo puedo escribir sus nombres, pues no
soy un conocedor. Lo importante es que visiten el lugar, prueben las chelas y
se hagan su propio juicio. Encontrar la
Cervecería Hércules no es fácil, pues pudiera uno pensar que aunque está en la
fábrica, tendría salida hacia la calle y no es así. En el costado sur (avenida
Hércules Oriente) hay un pequeño estacionamiento enrejado, ahí al fondo está la
entrada y en auto hay que recorrer dentro de las instalaciones de la fábrica
todavía unos doscientos metros para llegar al jardín donde se pueden probar sus
productos, hay un amplio estacionamiento. Se ofrecen también algunos sencillos
alimentos, pero los fines de semana que tienen evento invitan a food trucks
para complementar su oferta de comida. El jardín es muy amplio, abierto y la
atmósfera casi steampunk lo hace muy
agradable. Es un lugar familiar, no sólo para ir con tus sedientos amigotes,
puedes fácilmente llevar a esa muchacha con la que quieres quedar como muchacho
bueno y sano.
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