La Selva Taurina
Ana Violeta mi hija mayor inició la secundaria hace un par de meses y afortunadamente hasta ahora el cambio no le ha significado mayor problema. La escuela a la que asiste le pide que participe en algún tipo de actividad extracurricular, artística o deportiva, ya sea de las que ahí mismo se ofrecen o en cualquier otra institución. Hace unas tres semanas empezó a tomar clases de baile en la Casa de la Juventud del Instituto del Deporte y la Recreación del Estado de Querétaro (INDEREQ).
Esta institución se encuentra a espaldas de famoso Convento de la Santa Cruz de Querétaro, de hecho todas las instalaciones se encuentran dentro de un viejo muro de piedra, por lo que seguramente era el huerto del mismo convento. La construcción franciscana seguramente apareció desde el siglo XVI, segunda en importancia al Convento Grande de San Francisco, hoy museo regional de Querétaro en la parte más céntrica de la ciudad. A mediados del siglo XVII la Santa Cruz se convirtió en El Colegio Apostólico de Propaganda Fide, institución en la que prepararían cientos de misioneros franciscanos que participaron en la conquista espiritual de numerosos territorios de la Nueva España y otras partes del Imperio Español. Pero más allá de su significativo papel en la empresa misionera, el convento es conocido por encontrarse ahí el famoso árbol o arbusto que tiene grandes espinas en forma de cruz, además de minúsculas espinas justo en los lugares que colocaron los clavos de la crucifixión. Según la leyenda el arbusto creció del bastón que clavara en la tierra fray Antonio Margil de Jesús, uno de los misioneros más destacados del convento. De hecho, en uno de los patios interiores se encuentran varios arbustos de espinas en forma de cruz y por la cantidad de espinas que se venden a manera de souvenir por todo Querétaro, estoy seguro que algunos emprendedores queretanos deben tener su propio árbol en algún otro lugar.
La Casa de la Juventud tiene un campo de fútbol, pista de atletismo, auditorio, alberca techada, gimnasio, vestidores y jardines. El conjunto fue construido durante la presidencia de Adolfo López Mateos (1958-1964), pues hay ahí una gran placa con su nombre y rostro en bajo relieve, además de un maltratado mural que presenta un pujante y moderno México posrevolucionario y en el que también aparece el mandatario entre un grupo de jóvenes deportistas. El lugar se encuentra en buenas condiciones, considerando su edad; seguramente el gobierno estatal le ha dado constante o reciente mantenimiento. La única parte que luce deteriorada es un gran boquete en la parte norte del muro de piedra, pero una gran placa identifica esa brecha como el lugar por el cual entraron las tropas de Mariano Escobedo el 15 de mayo de 1867, para poner fin al sitio de Querétaro y al Imperio de Maximiliano.
Un día jueves por la tarde llevé a mi hija a sus clases de baile y nos acompaño Daniela su hermana menor, pensábamos dar un corto paseo por los alrededores de la Casa de la Juventud en lo que terminaba la clase, pues muy cerca se encuentran varios sitios de interés, como la Rotonda de los Queretanos Ilustres, lugar donde reposan los restos de ínclitos personajes de esta tierra, encabezados por la Corregidora Josefa Ortiz de Domínguez. Caminamos hacia la Plaza de los Fundadores, que se encuentra justo frente Convento de la Cruz y contiene esculturas de algunos habitantes de los primeros tiempos de Querétaro, donde por cierto el gobierno municipal recientemente concentró a las indígenas, que comúnmente conocemos como Marías y que antes vendían sus artesanías textiles por las calles del centro histórico. Visitamos la cercana librería Kulturunea, comercio en el que toda la familia ha adquirido libros anteriormente y siempre ofrece algo barato e interesante. Durante el paseo advertí a un costado del Convento de la Cruz una cantina con el nombre de La Selva Taurina, llamó mi atención el nombre y su apariencia, por lo que me asomé a su interior desde la puerta; no entré pues iba acompañado de Daniela. El lugar se veía limpio, con clientela e interesante. Así que ni tardo ni perezoso, fui a dejar a Daniela al auditorio donde toma clase Ana Violeta, con instrucciones de no salir de ahí hasta que volviera unos 25 minutos más tarde. Regresé a conocer el lugar mientras que me tomaba una cerveza, pues aunque eran ya casi las siete de la tarde, hacia calor y estaba algo sediento.
Un letrero sobre la puerta de entrada informa que el establecimiento fue abierto en 1942 por el señor Pedro González Matehuala. Ya en el interior pude leer en un recorte de periódico que se exhibía enmarcado sobre una pared, que el señor González fue un habitante del barrio de la Cruz, fundador de la cantina y promotor del pequeño comercio en la zona. La cantina no es muy grande, serán unos 65 metros cuadrados, en la parte que se puede ver, sin contar la cocina o bodega si la hay. Al centro del local está la barra, todo el mobiliario es de madera casi roja incluso el piso y el techo. Hay como seis o siete bancos en forma de equipal en la barra y debe haber unas diez o doce mesas en todo el lugar; cuatro o cinco estaban ocupadas durante mi visita. Decoran las paredes nueve grandes cabezas disecadas de toros de lidia, así como muchos carteles taurinos, hierros para marcar reses de diferentes ganaderías y listones multicolores; distintivos que identifican la ganadería del toro que sale al ruedo. Sobre la puerta se exhibe dentro de una vitrina un hermoso capote de paseo. Las entradas a los sanitarios y a la cocina semejan las tablas de un burladero. Me llamó mucho la atención el hecho de que en el establecimiento hay seis televisiones montadas en soportes en lo alto de las paredes, demasiadas pensé. En un rincón está la indispensable sinfonola y a punto estuve de poner una canción de Javier Solís, pero la cerveza se terminó mucho más rápido de lo que hubiera deseado. Platiqué con el cantinero que me dijo que el lugar funciona de doce a dos y que como tradicional cantina sirve botana mientras se consuman bebidas. Al parecer la especialidad es la carne asada en tacos, incluso me dijo que ya en uno minutos empezaban a servirla, pero no pude quedarme pues un par de niñas me esperaban, además así solo, como que no se disfrutan este tipo de lugares. Poco a poco y de manera fortuita voy descubriendo Querétaro, que como todo México, esconde interesantes tesoros aquí y allá.
Ana Violeta mi hija mayor inició la secundaria hace un par de meses y afortunadamente hasta ahora el cambio no le ha significado mayor problema. La escuela a la que asiste le pide que participe en algún tipo de actividad extracurricular, artística o deportiva, ya sea de las que ahí mismo se ofrecen o en cualquier otra institución. Hace unas tres semanas empezó a tomar clases de baile en la Casa de la Juventud del Instituto del Deporte y la Recreación del Estado de Querétaro (INDEREQ).
Esta institución se encuentra a espaldas de famoso Convento de la Santa Cruz de Querétaro, de hecho todas las instalaciones se encuentran dentro de un viejo muro de piedra, por lo que seguramente era el huerto del mismo convento. La construcción franciscana seguramente apareció desde el siglo XVI, segunda en importancia al Convento Grande de San Francisco, hoy museo regional de Querétaro en la parte más céntrica de la ciudad. A mediados del siglo XVII la Santa Cruz se convirtió en El Colegio Apostólico de Propaganda Fide, institución en la que prepararían cientos de misioneros franciscanos que participaron en la conquista espiritual de numerosos territorios de la Nueva España y otras partes del Imperio Español. Pero más allá de su significativo papel en la empresa misionera, el convento es conocido por encontrarse ahí el famoso árbol o arbusto que tiene grandes espinas en forma de cruz, además de minúsculas espinas justo en los lugares que colocaron los clavos de la crucifixión. Según la leyenda el arbusto creció del bastón que clavara en la tierra fray Antonio Margil de Jesús, uno de los misioneros más destacados del convento. De hecho, en uno de los patios interiores se encuentran varios arbustos de espinas en forma de cruz y por la cantidad de espinas que se venden a manera de souvenir por todo Querétaro, estoy seguro que algunos emprendedores queretanos deben tener su propio árbol en algún otro lugar.
La Casa de la Juventud tiene un campo de fútbol, pista de atletismo, auditorio, alberca techada, gimnasio, vestidores y jardines. El conjunto fue construido durante la presidencia de Adolfo López Mateos (1958-1964), pues hay ahí una gran placa con su nombre y rostro en bajo relieve, además de un maltratado mural que presenta un pujante y moderno México posrevolucionario y en el que también aparece el mandatario entre un grupo de jóvenes deportistas. El lugar se encuentra en buenas condiciones, considerando su edad; seguramente el gobierno estatal le ha dado constante o reciente mantenimiento. La única parte que luce deteriorada es un gran boquete en la parte norte del muro de piedra, pero una gran placa identifica esa brecha como el lugar por el cual entraron las tropas de Mariano Escobedo el 15 de mayo de 1867, para poner fin al sitio de Querétaro y al Imperio de Maximiliano.
Un día jueves por la tarde llevé a mi hija a sus clases de baile y nos acompaño Daniela su hermana menor, pensábamos dar un corto paseo por los alrededores de la Casa de la Juventud en lo que terminaba la clase, pues muy cerca se encuentran varios sitios de interés, como la Rotonda de los Queretanos Ilustres, lugar donde reposan los restos de ínclitos personajes de esta tierra, encabezados por la Corregidora Josefa Ortiz de Domínguez. Caminamos hacia la Plaza de los Fundadores, que se encuentra justo frente Convento de la Cruz y contiene esculturas de algunos habitantes de los primeros tiempos de Querétaro, donde por cierto el gobierno municipal recientemente concentró a las indígenas, que comúnmente conocemos como Marías y que antes vendían sus artesanías textiles por las calles del centro histórico. Visitamos la cercana librería Kulturunea, comercio en el que toda la familia ha adquirido libros anteriormente y siempre ofrece algo barato e interesante. Durante el paseo advertí a un costado del Convento de la Cruz una cantina con el nombre de La Selva Taurina, llamó mi atención el nombre y su apariencia, por lo que me asomé a su interior desde la puerta; no entré pues iba acompañado de Daniela. El lugar se veía limpio, con clientela e interesante. Así que ni tardo ni perezoso, fui a dejar a Daniela al auditorio donde toma clase Ana Violeta, con instrucciones de no salir de ahí hasta que volviera unos 25 minutos más tarde. Regresé a conocer el lugar mientras que me tomaba una cerveza, pues aunque eran ya casi las siete de la tarde, hacia calor y estaba algo sediento.
Un letrero sobre la puerta de entrada informa que el establecimiento fue abierto en 1942 por el señor Pedro González Matehuala. Ya en el interior pude leer en un recorte de periódico que se exhibía enmarcado sobre una pared, que el señor González fue un habitante del barrio de la Cruz, fundador de la cantina y promotor del pequeño comercio en la zona. La cantina no es muy grande, serán unos 65 metros cuadrados, en la parte que se puede ver, sin contar la cocina o bodega si la hay. Al centro del local está la barra, todo el mobiliario es de madera casi roja incluso el piso y el techo. Hay como seis o siete bancos en forma de equipal en la barra y debe haber unas diez o doce mesas en todo el lugar; cuatro o cinco estaban ocupadas durante mi visita. Decoran las paredes nueve grandes cabezas disecadas de toros de lidia, así como muchos carteles taurinos, hierros para marcar reses de diferentes ganaderías y listones multicolores; distintivos que identifican la ganadería del toro que sale al ruedo. Sobre la puerta se exhibe dentro de una vitrina un hermoso capote de paseo. Las entradas a los sanitarios y a la cocina semejan las tablas de un burladero. Me llamó mucho la atención el hecho de que en el establecimiento hay seis televisiones montadas en soportes en lo alto de las paredes, demasiadas pensé. En un rincón está la indispensable sinfonola y a punto estuve de poner una canción de Javier Solís, pero la cerveza se terminó mucho más rápido de lo que hubiera deseado. Platiqué con el cantinero que me dijo que el lugar funciona de doce a dos y que como tradicional cantina sirve botana mientras se consuman bebidas. Al parecer la especialidad es la carne asada en tacos, incluso me dijo que ya en uno minutos empezaban a servirla, pero no pude quedarme pues un par de niñas me esperaban, además así solo, como que no se disfrutan este tipo de lugares. Poco a poco y de manera fortuita voy descubriendo Querétaro, que como todo México, esconde interesantes tesoros aquí y allá.
2 comentarios:
Fue muy curioso y reconfortante haber encontrado este blog, llama la atención la forma en la que redacta y describe las sensaciones o las emociones, que tal vez solo los bohemios, de afición, como yo entendería.
Actualmente hay una chica de intercambio, en la que por más de 4 años fue mi facultad y era de esperarse el sacar a relucir el poco conocimiento que uno tiene sobre los bares clásicos de Querétaro; el caso es que presumía “el luchador” por su buen ambiente, precio y comida, y tratando de encontrar una foto en google, descubro este blog. Ah me siento tan identificado, tan en casa, que no tardé ni un minuto en mandarles el link a mis dos amigos; ya que juntos somos, los 3 Huastecos.
Somos 3 jóvenes soñadores, bohemios de afición, románticos, enamorados del amor, disfrutamos de reuniones escuchando a José José, a Juanga, Leo Dan, Joan Sebastian; a esos grandes intérpretes que nos han hecho llorar y reír. Cuantas canciones de dolor no hemos dedicado, cuantas nos recuerdan a aquellas ingratas y cuantas no recuerdan las delicias del amor.
Espero que haya la oportunidad de platicar, tenemos muchas cosas que compartir de esas aventuras de cantina y que mejor que desahogarlas en una, aún hay varias por descubrir. Gracias!
Me encantó su forma de narrar, como se expresa de mi Querétaro hermoso, yo soy orgullosamente Queretana, por el momento radico en otro estado, por mi ociosidad me encontré con este blog, con solo leerlo me puso la piel chinita (como se suele expresar), orgullosamente puedo decirle que el Sr. Pedro González Matehuala fue mi abuelo, una persona excepcional, bueno en estos momentos le puedo dar las gracias a usted por incluir uno de los logros de mi familia, Gracias...
Y sigua descubriendo todas las cosas hermosas que guarda Querétaro...
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