jueves, 28 de febrero de 2008

Comunidades queretanas 07.




El otro Querétaro.
Los pasados 17 y 24 de febrero (2007) acompañé a algunos estudiantes a visitar un par de pequeñas poblaciones queretanas. Cada año, como parte de la materia Estructura socioeconómica de México, los estudiantes visitan algunas pequeñas comunidades en las cercanías de la ciudad de Querétaro. Esta actividad es considerada complemento a algunos de los temas sociales del curso. Las visitas las organiza y coordina una agencia del gobierno estatal cuya principal labor es el desarrollar pequeñas empresas en comunidades marginadas. Tienen proyectos de panadería, elaboración de dulces típicos, fabricación de artesanías con materiales regionales y también cría de borregos o conejos. Más que prósperas empresas, se busca desarrollar un medio para que estas comunidades tengan un ingreso sin tener que abandonar su lugar de residencia hacia ciudades del país o los Estados Unidos. A mi me tocaron visitas en dos municipios del estado, Peña Blanca en Peñamiller (lo pronuncian con la doble l, peñamiyer) y Corral Blanco en Cadereyta. Querétaro es plano y no tan árido en la zona occidental, por San Juan del Río, Tequisquiápan (o TX como ahora lo escriben) y la ciudad capital, pero hacia el oriente, es montañosa y en partes semidesértica y precisamente es esta región seca la que visité. Los recorridos fueron muy breves, apenas dos o tres horas, sin contar el tiempo de transportación. Varias señoras de las comunidades reciben a los estudiantes, con la supervisión de la coordinadora del proyecto del gobierno estatal. Primero, ofrecen a los visitantes un sencillo almuerzo, con algunos productos o platillos de la región; frijoles refritos, quesadillas, nopales, muchas tortillas e incluso en una visita, conejo en adobo. Más tarde los estudiantes se separan en varios grupos y las señoras les explican el trabajo y organización del proyecto comunitario. También hacen un recorrido por la localidad, donde pueden ver las condiciones de asuntos como educación, vivienda, desarrollo económico o salud.
En el primer lugar que visité se criaban conejos para venderlos como carne. El gobierno les ayudó con material de construcción, jaulas y un pie de cría. Tenían conejeras en varias casas de la comunidad y se turnaban la venta, para que todas las señoras vendieran casi lo mismo. El cuidado y reproducción de estos hermosos animales parece ser sencillo, el problema es encontrar quien compre la carne. Nos explicaron que a veces la coordinadora les consigue ventas en la ciudad de Querétaro, pero que comúnmente venden muy poco entre los habitantes del lugar. La carne de conejo cuesta un poco más que la de pollo, 40 pesos el kilo y quizá por eso y por lo inusual de su consumo sea difícil venderla. Cada conejo tiene casi tres kilos de peso así que el animal ya destazado y limpio cuesta 120 pesos. Al parecer la venta para cada señora es de cinco o seis conejos al mes, no mucho, pero suficiente para considerar no abandonar la actividad. De menos tienen una fuente económica de carne. La piel no se aprovecha todavía, pues esperan a un instructor del gobierno estatal que les enseñe el proceso de curtido.
La otra comunidad que visité criaba borregos. El gobierno los ayudó con material para hacer los corrales, unos molinos de motor para preparar con rastrojo el alimento y un pie de cría. Los borregos se venden casi siempre para elaborar barbacoa en fiestas. Esta segunda comunidad era un poco más próspera y en un lugar menos árido. La cría de chivos es lo más común en estas zonas y se ven poco borregos, aunque la cercanía con el estado de Hidalgo convierte a la barbacoa en un platillo muy socorrido en celebraciones.
Ambas comunidades tenían menos de mil habitantes. Me sorprendió que a pesar de su tamaño contaran con instituciones de educación preescolar, primaria y en una de ellas incluso secundaria. Ambas también tenían un centro de salud, pero sin médico de planta y sin medicinas suficientes. El principal establecimiento es la tortillería, pero muchos hacen sus propias tortillas. Tenían tiendas, pero pequeñas no muy surtidas, obviamente no faltaban las papitas, los refrescos y la cerveza. Por Peña Blanca pasa el río Estorax que en febrero era apenas un arroyo. Ya para esta época del año debes estar seco y no volverá a correr sino hasta las lluvias de junio. En las dos comunidades había agua entubada, y llamaba la atención lo seco del entorno con pequeños oasis de verdor en jardines o huertas que cada familia tiene junto a su casa. La viviendas eran sencillas, muchas ya construidas con materiales modernos, pero todavía se pueden ver por ahí algunas bardas hechas de órganos plantados uno tras otro y construcciones con paredes de carrizo. Algunas personas de estos lugares van a trabajar a Querétaro en la construcción o en labores domésticas, así que no son tan pobres como otras comunidades ya en plena Sierra Gorda. Decía Fuentes Mares que la gente del desierto tiene una forma de pensar y actuar diferente y así creí apreciarlo; meditabundos, parcos de palabras, con un extraño sentido del humor y con un profundo conocimiento de la naturaleza. Si mi vida ha cambiado mucho tras la mudanza a Querétaro, no me puedo imaginar cuanto más cambiaría si viviera en una comunidad como las que visité. El mundo debe ser otro, sencillo, la existencia tendrá otro sentido, otro ritmo. Quizá ya grande y con mis hijas casadas busque un lugar así, no muy lejos de la ciudad de Querétaro y en ese tiempo a destiempo se alarguen mis últimos días.

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