Místico y dominical paseo.
Tiene ya un buen tiempo que no podía sentarme a escribir, después de una semana de vacaciones y descanso es ya justo y necesario.
El martes 14 de marzo fui de nuevo a las luchas, no fue tan emocionante como la primera vez y hasta regresé a casa un poco molesto. Quería volver a ver el espectáculo, pero también tomar fotografías del mismo.
Mano a mano
El Invasor vs Zarna
La revancha entre queretanos
Ozuno y Fuego Latino vs Espíritu Negro y El Lince
Tercera lucha explosiva
Danger y Perro del Ring vs Escándalo y Ursus
Semifinal super emocionante
La Máscara, Último Dragón y Mr Niebla vs Damián 666, Sangre Azteca y El Terrible
Quién es el verdadero rey del aire, disputándose el trofeo, armándolo juntos
El príncipe oro y plata Místico vs El rey de la rudeza y el aire Mr. Águila
Referees King López y Prof. Tino
Luz, sonido y bellas edecanes.
Esta vez fui a comprar mi boleto una semana antes para conseguir de los asientos numerados cercanos al ring y tomar buenas fotos. Primero pregunté a la señorita que me vendió el boleto, la cual me respondió que no estaba permitido el uso de cámaras fotográficas o de video, luego creí confirmarlo al ver un gran letrero a la entrada de la arena que decía lo mismo. Resignado fui sin mi cámara, con la sola idea de gozar el espectáculo, pero casi no pude hacerlo pues desde un inicio me di cuenta que había cerca de 50 o más espectadores tomando fotos. Así que si bien es cierto que de cerca las luchas se disfrutan más, casi no pude hacerlo por estar pensando en las espectaculares fotografías que hubiera podido obtener de no haber sido por mi ingenuidad. Así que les sigo debiendo las fotos. La función de esa noche fue muy esperada y los boletos numerados se acabaron el mismo día que salieron a la venta. Dos semanas antes en la lucha estelar se habían enfrentado el luchador más popular del momento, Místico contra Mr. Aguila. En esa ocasión el ídolo del momento fue derrotado por su rival del bando de los rudos y según me lo contó uno de mis estudiantes, de forma humillante, pues casi lo desenmascaró y hasta lo hizo sangrar de la cabeza. Así que ahora se esperaba la revancha de Místico. Desde que llegué vi una mayor afluencia, incluso descubrí que la arena tiene una tercera sección en la parte superior, que estuvo vacía la primera vez que fui, por lo que no me di cuenta de ella. Místico es un luchador muy espectacular, viste una máscara blanca y un pantalón a las rodillas también blanco, ambas prendas van decoradas con unos como rayos dorados tornasol que recuerdan la decoración de la casulla de un sacerdote católico. Místico es conocido por la acrobática espectacularidad en su forma de luchar, grandes saltos de gran precisión. Pero esa noche me quedó a deber su admirable espectáculo. Desde la primera caída Mr. Águila empezó a darle tal golpiza al técnico, que éste se la pasaba en la lona o el piso de abajo del ring todo el tiempo. La gente empezaba a corear su nombre ¡Místico, Místico! y en esos momentos como que se recuperaba un momento y luchaba con un poco más de fuerza o entusiasmo, pero aún así perdió la primera caída. De nuevo le destrozaron la máscara y con los restos de la misma, apenas cubriendo una tercera parte de su rostro siguió luchando. La segunda y tercera caída fueron muy parecidas, el rudo siguió castigando al ídolo, haciendo trampas y el público seguía incansable coreando ¡Místico, Místico! Esos gritos funcionaron para que apenas por unos cuantos segundos Místico sacara fuerzas de flaqueza y en dos breves momentos hiciera gala de esos movimientos que lo caracterizan y dominara a Mr. Águila en las dos últimas caídas. Así que casi el 95% del enfrentamiento fue de una tremenda pamba para Místico y solamente pudimos gozar de unos 20 o 30 segundos de su maestría. El resultado fue lo de menos, yo estaba ahí para verlo luchar, no para verlo ganar y la verdad no disfruté el encuentro, más bien fue una decepción que se unió a la de no haber podido tomar fotografías. ¡Lástima de mis ochenta pesos! Viví el encuentro con algo de intensidad, gracias a un par de niños sentados a mis espaldas que no pararon de gritar casi en mis oídos ¡Místico, Místico, Místico! durante toda la lucha. El resto del programa estuvo entretenido, sobre todo me divertí mucho con los luchadores de la semifinal y como el público se burlaba de ellos. Igual fue más teatro o payasadas que lucha, pero vaya que esos seis luchadores supieron meter al público en su representación y divertirnos. En especial El Terrible, luchador de físico impresionante y una cabellera hirsuta y larga, a quien el público empezó a corear ¡Rigo, Rigo! por el ídolo de Matamoros. Cual niño berrinchudo El Terrible fingió muy bien estar molesto y ya no quería luchar, hasta abandonó el ring y retornó a los vestidores por un rato. Luego volvió y hasta brincó separando las piernas hacia delante y atrás a la manera que lo hacía Rigo Tovar. Si se olvida uno de la pretensión de ver buena lucha, el espectáculo puede ser muy entretenido y divertido.
Hace unas tres semanas me quedé en Querétaro el fin de semana y pude pasearme algo tras una obligada visita dominical al Mercado de la Cruz. En esta ocasión pude probar unas gorditas de gran fama y demanda por estar hechas de una masa de maíz martajado en lugar de molido, lo cual les da una consistencia algo dura y hasta medio crocante, pero el sabor es prácticamente el mismo. También me comí unos tacos de barbacoa, que aunque no estuvieron malos, quizá mis altas expectativas generaron una ligera decepción. El puesto estaba a reventar, venden tacos de carne, de panza y por supuesto consomé. Todo estaba bueno pero no sobresaliente. Probablemente el resto de mi vida esta culinaria decepción se repita, tras haber probado la riquísima barbacoa de Santiago en Palmillas. Cuando uno viene de la Ciudad de México a Querétaro y después de pasar la segunda caseta de cobro en Palmillas y antes de llegar a San Juan del Río, hay una parte del camino llena de lugares que ofrecen barbacoa. Ahí la de más fama es una de nombre Santiago (santo patrono de la ciudad de Querétaro) y con una sola visita que he podido hacer, ese establecimiento se ha convertido en el Everest de las barbacoas, hasta ahora no superado. La carne suave, con ese saborcito ligeramente ahumado de la barbacoa de hoyo. La panza bien condimentada y con ese sabor de las vísceras de borrego que ha pastado por el campo, no de borrego de granja de Nueva Zelanda alimentado por Purina. Pero sin duda lo mejor es el consomé, de un oscuro color y sobre todo con ese sabor a borrego, a campo, a hierba, que pocos consomés tienen hoy en día. Lo malo del asunto es que el lugar es algo caro, pero vaya que vale cada peso que se paga. Las salsas son también buenas y no falta la tradicional salsa borracha, espesa y bien condimentada. Además tiene una parte en la que elaboran jugos y licuados de todo tipo de frutas. Sobra decir que el lugar está siempre muy lleno, hay que esperar para entrar y muy temprano en la tarde todo se acaba y cierran.
Volviendo a mi paseo dominguero, después de almorzar y hacer un recorrido de compras por el mercado, me fui caminando al Convento de la Cruz, a unas tres cuadras de distancia. Sólo pase por enfrente, pues ya lo había visitado anteriormente. Enseguida me dirigí a la Alameda, hermoso y antiguo jardín en el centro de la ciudad. No soy un entusiasta de los lo parques, pero éste definitivamente me gustó. Para empezar todo su perímetro tiene una barda pequeña combinada con reja y en los accesos unas arcadas muy elegantes. Me gustó, pues en primer lugar no estaba saturado de personas, a pesar de que era domingo. Pocos paseantes recorrían sus corredores o estaban en bancas a la sombra de sus múltiples y antiguos árboles. No se permite la entrada con alimentos y también está prohibido el caminar o jugar en sus prados. Además en la reja perimetral había una exposición de fotografías de naturaleza en diferentes partes de México, plantas, animales, ríos, lagunas, selvas, islas, playas. Tiene también un quiosco en su centro, pero ese día no había música o actividad alguna ahí. Un oasis de serenidad en pleno centro de la ciudad. Tomé un par de fotos, me senté un rato a disfrutar su tranquilidad y pude ver las ardillas que corren por sus prados de árbol a árbol.
De ahí seguí caminando hasta el Cerro de las Campanas, famoso escenario de nuestra historia patria. Yo me lo imaginaba un cerro sin vegetación, seco y lleno de polvo, pues no lo conocía y recordaba una pintura de José María Velasco en donde luce exactamente así. Pero la sorpresa fue muy agradable; tiene también una reja perimetral, está muy arbolado y con prados verdes y bien cuidados. Hay hermosas rampas y escalinatas que permiten recorrerlo, está muy limpio. En la entrada del parque hay una escultura ecuestre del triunfador del sitio de Querétaro, Mariano Escobedo. Apenas unos cien metros tras su puerta principal, se encuentra la capilla que se construyó a principios del siglo XX y que aparece en la pintura de Velasco, recuerdo que por esa obra, el gobierno de Austria le otorgó al pintor una condecoración y la verdad la pintura y el paisaje en la misma dejan mucho que desear. La capilla se levanta en el lugar preciso del fusilamiento de Maximiliano, Miramón y Mejía. Su arquitectura es sencilla pero hermosa, en su interior hay apenas un sobrio altar de madera y frente a éste, tres pequeñas lápidas de mármol con los nombres de los ahí fusilados. Un señor se sienta por ahí en una silla plegable y da una breve explicación de los ahí ocurrido en 1867. Tiene también a sus pies una gran piedra de las muchas que hay por todo el cerro, la golpea para que se aprecie el sonido metálico de la misma, como de campana y explica que de ahí el nombre del lugar, cerro de las campanas. En la amplia cima del cerro hay una gran explanada circular, como para ceremonias cívicas y en uno de sus costados una gigantesca escultura en piedra de Benito Juárez. Atrás de la imponente mole gris del Benemérito hay un pequeño museo, que más que contener información de lo ocurrido en el lugar, contiene maquetas, textos, grabaciones y tableros interactivos que explican de forma breve y amena la historia de la ciudad de Querétaro. Para cuando terminé mi recorrido estaba ya agotado por la larga caminata bajo el rayo del sol y regresé a casa a descansar y a comer algunas cosas que compre por la mañana en el mercado. La ciudad de Querétaro no sólo tiene interesantes atractivos, muchos de ellos a distancia que permiten caminar de uno a otro y aunque llega a hacer mucho sol y calor, estos no son tan fuertes como en Monterrey, Tabasco o Yucatán. Saludos.
Tiene ya un buen tiempo que no podía sentarme a escribir, después de una semana de vacaciones y descanso es ya justo y necesario.
El martes 14 de marzo fui de nuevo a las luchas, no fue tan emocionante como la primera vez y hasta regresé a casa un poco molesto. Quería volver a ver el espectáculo, pero también tomar fotografías del mismo.
Mano a mano
El Invasor vs Zarna
La revancha entre queretanos
Ozuno y Fuego Latino vs Espíritu Negro y El Lince
Tercera lucha explosiva
Danger y Perro del Ring vs Escándalo y Ursus
Semifinal super emocionante
La Máscara, Último Dragón y Mr Niebla vs Damián 666, Sangre Azteca y El Terrible
Quién es el verdadero rey del aire, disputándose el trofeo, armándolo juntos
El príncipe oro y plata Místico vs El rey de la rudeza y el aire Mr. Águila
Referees King López y Prof. Tino
Luz, sonido y bellas edecanes.
Esta vez fui a comprar mi boleto una semana antes para conseguir de los asientos numerados cercanos al ring y tomar buenas fotos. Primero pregunté a la señorita que me vendió el boleto, la cual me respondió que no estaba permitido el uso de cámaras fotográficas o de video, luego creí confirmarlo al ver un gran letrero a la entrada de la arena que decía lo mismo. Resignado fui sin mi cámara, con la sola idea de gozar el espectáculo, pero casi no pude hacerlo pues desde un inicio me di cuenta que había cerca de 50 o más espectadores tomando fotos. Así que si bien es cierto que de cerca las luchas se disfrutan más, casi no pude hacerlo por estar pensando en las espectaculares fotografías que hubiera podido obtener de no haber sido por mi ingenuidad. Así que les sigo debiendo las fotos. La función de esa noche fue muy esperada y los boletos numerados se acabaron el mismo día que salieron a la venta. Dos semanas antes en la lucha estelar se habían enfrentado el luchador más popular del momento, Místico contra Mr. Aguila. En esa ocasión el ídolo del momento fue derrotado por su rival del bando de los rudos y según me lo contó uno de mis estudiantes, de forma humillante, pues casi lo desenmascaró y hasta lo hizo sangrar de la cabeza. Así que ahora se esperaba la revancha de Místico. Desde que llegué vi una mayor afluencia, incluso descubrí que la arena tiene una tercera sección en la parte superior, que estuvo vacía la primera vez que fui, por lo que no me di cuenta de ella. Místico es un luchador muy espectacular, viste una máscara blanca y un pantalón a las rodillas también blanco, ambas prendas van decoradas con unos como rayos dorados tornasol que recuerdan la decoración de la casulla de un sacerdote católico. Místico es conocido por la acrobática espectacularidad en su forma de luchar, grandes saltos de gran precisión. Pero esa noche me quedó a deber su admirable espectáculo. Desde la primera caída Mr. Águila empezó a darle tal golpiza al técnico, que éste se la pasaba en la lona o el piso de abajo del ring todo el tiempo. La gente empezaba a corear su nombre ¡Místico, Místico! y en esos momentos como que se recuperaba un momento y luchaba con un poco más de fuerza o entusiasmo, pero aún así perdió la primera caída. De nuevo le destrozaron la máscara y con los restos de la misma, apenas cubriendo una tercera parte de su rostro siguió luchando. La segunda y tercera caída fueron muy parecidas, el rudo siguió castigando al ídolo, haciendo trampas y el público seguía incansable coreando ¡Místico, Místico! Esos gritos funcionaron para que apenas por unos cuantos segundos Místico sacara fuerzas de flaqueza y en dos breves momentos hiciera gala de esos movimientos que lo caracterizan y dominara a Mr. Águila en las dos últimas caídas. Así que casi el 95% del enfrentamiento fue de una tremenda pamba para Místico y solamente pudimos gozar de unos 20 o 30 segundos de su maestría. El resultado fue lo de menos, yo estaba ahí para verlo luchar, no para verlo ganar y la verdad no disfruté el encuentro, más bien fue una decepción que se unió a la de no haber podido tomar fotografías. ¡Lástima de mis ochenta pesos! Viví el encuentro con algo de intensidad, gracias a un par de niños sentados a mis espaldas que no pararon de gritar casi en mis oídos ¡Místico, Místico, Místico! durante toda la lucha. El resto del programa estuvo entretenido, sobre todo me divertí mucho con los luchadores de la semifinal y como el público se burlaba de ellos. Igual fue más teatro o payasadas que lucha, pero vaya que esos seis luchadores supieron meter al público en su representación y divertirnos. En especial El Terrible, luchador de físico impresionante y una cabellera hirsuta y larga, a quien el público empezó a corear ¡Rigo, Rigo! por el ídolo de Matamoros. Cual niño berrinchudo El Terrible fingió muy bien estar molesto y ya no quería luchar, hasta abandonó el ring y retornó a los vestidores por un rato. Luego volvió y hasta brincó separando las piernas hacia delante y atrás a la manera que lo hacía Rigo Tovar. Si se olvida uno de la pretensión de ver buena lucha, el espectáculo puede ser muy entretenido y divertido.
Hace unas tres semanas me quedé en Querétaro el fin de semana y pude pasearme algo tras una obligada visita dominical al Mercado de la Cruz. En esta ocasión pude probar unas gorditas de gran fama y demanda por estar hechas de una masa de maíz martajado en lugar de molido, lo cual les da una consistencia algo dura y hasta medio crocante, pero el sabor es prácticamente el mismo. También me comí unos tacos de barbacoa, que aunque no estuvieron malos, quizá mis altas expectativas generaron una ligera decepción. El puesto estaba a reventar, venden tacos de carne, de panza y por supuesto consomé. Todo estaba bueno pero no sobresaliente. Probablemente el resto de mi vida esta culinaria decepción se repita, tras haber probado la riquísima barbacoa de Santiago en Palmillas. Cuando uno viene de la Ciudad de México a Querétaro y después de pasar la segunda caseta de cobro en Palmillas y antes de llegar a San Juan del Río, hay una parte del camino llena de lugares que ofrecen barbacoa. Ahí la de más fama es una de nombre Santiago (santo patrono de la ciudad de Querétaro) y con una sola visita que he podido hacer, ese establecimiento se ha convertido en el Everest de las barbacoas, hasta ahora no superado. La carne suave, con ese saborcito ligeramente ahumado de la barbacoa de hoyo. La panza bien condimentada y con ese sabor de las vísceras de borrego que ha pastado por el campo, no de borrego de granja de Nueva Zelanda alimentado por Purina. Pero sin duda lo mejor es el consomé, de un oscuro color y sobre todo con ese sabor a borrego, a campo, a hierba, que pocos consomés tienen hoy en día. Lo malo del asunto es que el lugar es algo caro, pero vaya que vale cada peso que se paga. Las salsas son también buenas y no falta la tradicional salsa borracha, espesa y bien condimentada. Además tiene una parte en la que elaboran jugos y licuados de todo tipo de frutas. Sobra decir que el lugar está siempre muy lleno, hay que esperar para entrar y muy temprano en la tarde todo se acaba y cierran.
Volviendo a mi paseo dominguero, después de almorzar y hacer un recorrido de compras por el mercado, me fui caminando al Convento de la Cruz, a unas tres cuadras de distancia. Sólo pase por enfrente, pues ya lo había visitado anteriormente. Enseguida me dirigí a la Alameda, hermoso y antiguo jardín en el centro de la ciudad. No soy un entusiasta de los lo parques, pero éste definitivamente me gustó. Para empezar todo su perímetro tiene una barda pequeña combinada con reja y en los accesos unas arcadas muy elegantes. Me gustó, pues en primer lugar no estaba saturado de personas, a pesar de que era domingo. Pocos paseantes recorrían sus corredores o estaban en bancas a la sombra de sus múltiples y antiguos árboles. No se permite la entrada con alimentos y también está prohibido el caminar o jugar en sus prados. Además en la reja perimetral había una exposición de fotografías de naturaleza en diferentes partes de México, plantas, animales, ríos, lagunas, selvas, islas, playas. Tiene también un quiosco en su centro, pero ese día no había música o actividad alguna ahí. Un oasis de serenidad en pleno centro de la ciudad. Tomé un par de fotos, me senté un rato a disfrutar su tranquilidad y pude ver las ardillas que corren por sus prados de árbol a árbol.
De ahí seguí caminando hasta el Cerro de las Campanas, famoso escenario de nuestra historia patria. Yo me lo imaginaba un cerro sin vegetación, seco y lleno de polvo, pues no lo conocía y recordaba una pintura de José María Velasco en donde luce exactamente así. Pero la sorpresa fue muy agradable; tiene también una reja perimetral, está muy arbolado y con prados verdes y bien cuidados. Hay hermosas rampas y escalinatas que permiten recorrerlo, está muy limpio. En la entrada del parque hay una escultura ecuestre del triunfador del sitio de Querétaro, Mariano Escobedo. Apenas unos cien metros tras su puerta principal, se encuentra la capilla que se construyó a principios del siglo XX y que aparece en la pintura de Velasco, recuerdo que por esa obra, el gobierno de Austria le otorgó al pintor una condecoración y la verdad la pintura y el paisaje en la misma dejan mucho que desear. La capilla se levanta en el lugar preciso del fusilamiento de Maximiliano, Miramón y Mejía. Su arquitectura es sencilla pero hermosa, en su interior hay apenas un sobrio altar de madera y frente a éste, tres pequeñas lápidas de mármol con los nombres de los ahí fusilados. Un señor se sienta por ahí en una silla plegable y da una breve explicación de los ahí ocurrido en 1867. Tiene también a sus pies una gran piedra de las muchas que hay por todo el cerro, la golpea para que se aprecie el sonido metálico de la misma, como de campana y explica que de ahí el nombre del lugar, cerro de las campanas. En la amplia cima del cerro hay una gran explanada circular, como para ceremonias cívicas y en uno de sus costados una gigantesca escultura en piedra de Benito Juárez. Atrás de la imponente mole gris del Benemérito hay un pequeño museo, que más que contener información de lo ocurrido en el lugar, contiene maquetas, textos, grabaciones y tableros interactivos que explican de forma breve y amena la historia de la ciudad de Querétaro. Para cuando terminé mi recorrido estaba ya agotado por la larga caminata bajo el rayo del sol y regresé a casa a descansar y a comer algunas cosas que compre por la mañana en el mercado. La ciudad de Querétaro no sólo tiene interesantes atractivos, muchos de ellos a distancia que permiten caminar de uno a otro y aunque llega a hacer mucho sol y calor, estos no son tan fuertes como en Monterrey, Tabasco o Yucatán. Saludos.
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